De tanto llorar perdió el brillo de sus ojos,
por sufrir tanto, cambió su piel,
donde nacieron un montón de sarpullidos;
debido a la abrasiva medicación, el humor se tornó sombrío,
mudó de hábitos y hasta su vestimenta también cambió.
Pero a pesar de todo, siempre podía refugiarse en su particular jardín,
exclusivo para ella, donde solo cabían los dos.
En la fuente vieja Aranjuez a 24 de abril de 2017 |