martes, 24 de diciembre de 2013

Felicitaciones


Como siempre,  él se ha levantado temprano, cuando las calles desoladas rezuman humedad y soledad, se ha dirigido al jardín, despoblado de ruidos humanos; sus pisadas sonoras sobre la hojarasca son el único sonido, salvo una bandada de pájaros, nadie le acompaña. Los árboles en esta época despojados de su frondosa vestimenta se recortan majestuosos, y en el horizonte, repleto de nubes de arrebatados amarillos entre los azules, el sol anuncia su inminente llegada, así nace un nuevo día.
Como siempre, él se dice que hay que continuar, que hay que seguir paseando por sus sueños, no importa lo que cuesten; a veces el peor enemigo y el gran desconocido es uno mismo, no quiere poner más tapias y más altas para impedir su salto.
Pero hoy no es un día cualquiera, no, pues es 24 de diciembre y rememoramos la llegada del niño Dios, es el día de la familia, de los amigos, de las cenas... No importa el estado en que se encuentren, que en demasiados casos está hecha jirones, porque hay millones de hogares en un estado digamos poco deseable o envidiable, de todas maneras también existen miles y miles de seres humanos esparcidos por la tierra, ávidos de compartir y de ayudar al que lo necesite.
Como siempre, de todo corazón, deseo que haya paz y felicidad a todos los hombres de buena voluntad, todos y cada uno de los días del año.
Recuerda que hoy es el día que tienes para vivir, mañana está aún lejano.
Gregorio Gigorro

Aranjuez a 24 de diciembre de 2013

domingo, 8 de diciembre de 2013

Según se mire


Mientras el sol amable de aquel otoño cálido le daba en la cara, seguía sentado en la tierra frente a la gran ciudad desparramada ante sus ojos. Los perfiles de los altos edificios sobresalían por encima de las cúpulas, las torres de las iglesias, el enorme y clásico palacio real, resultando un conjunto variopinto, moderno y viejo, una superposición del tiempo petrificado, salpicado de vez en cuando por el verdor de los jardines aprisionados por las construcciones, todo ello bajo un cielo azul intenso ausente de nubes.
Él observaba el ir y venir de un montón de criaturas que ajenas se afanaban en sus quehaceres; una miga de su bocadillo se desprendió y un hormiga no tardó ni un segundo en darse cuenta, arrastrándola con esfuerzo hasta desaparecer por la pendiente.

Ellos no nos ven, puede que por desgracia perciban un fatal golpe seco sobre sus vidas, por nosotros mismamente, porque no nos molestamos en mirar hacia abajo; por ejemplo cuando un bosque se quema, no sólo desaparecen árboles y plantas, también miles y miles de seres vivos son pasto de las llamas.
Desde esta distancia no se escuchaba afortunadamente el ruido de los coches, desde este jardín tienes que pensar en el metro atestado de gentes a esas horas llenas de prisa, sin mirarse, yendo como autómatas de un lado para otro.
Pero si subes a un edificio muy alto y miras hacia abajo les ves como hormiguitas diminutas e indefensas sorteando los cochecitos; si te asomas a la azotea de dicha construcción, ves el inmenso cielo sobre ti, y piensas desde allí quien nos ve, nos observa o nos dirige a su antojo; como si este mundo fuese una bola de cristal que se puede colocar boca arriba o hacia abajo.
Cuando un niño llora en su cuna, el padre corre a socorrerle, no deja de llorar quizá al ver de repente esa cara grande que parece amenazarle con su presencia, sin embargo su voz cariñosa, sus caricias, con toda probabilidad le harán dormirse plácidamente, pues le harán sentirse protegido y seguro.
Pero, ¿qué recordamos de todo esto, que tanto influyó en nuestra vida posterior?
¿Qué vemos, del que está sentado frente a nosotros si no paramos de mirarnos nuestro ombligo solamente?, ella o él tiene lo mismo que nosotros a grandes rasgos, somos más iguales que diferentes. Todo resulta ser según el punto de vista con que se mira, todo es según nos parece, como venía a decir Pirandello.
GREGORIO GIGORRO
"Happiness of living"
Oil on canvas
Signed and dated in 2013
Dimensions: 89 x 130 cm



En Aranjuez a 8 de diciembre de 2013

martes, 26 de noviembre de 2013

Unas letras para ti


¿Recuerdas la primera vez que fuimos a Miami?, con que cuidado preparamos el equipaje, qué nervios, metimos de todo, de todo; pero no, habiendo transcurrido tanto tiempo y con lo que ha llovido desde entonces y ha sido mucho, se nos olvidó incluir en nuestra maleta, la experiencia; claro, no pudimos, pues éramos mucho más jóvenes y carecíamos de ella. Después de seguir cada día, codo con codo, de aguantar vendavales, de cruzar desiertos  soportando idioteces banales; no hemos cejado en lo nuestro. Es imprescindible saber lo que quieres para luchar por ello, entrenándose y empeñándose hasta la obsesión. Ahora el equipaje lo haremos pronto, con lo puesto y lo que falte lo compraremos allí.
A lo largo de este tiempo, nos hemos equivocado muchas veces, otras hemos acertado, pero siempre nos hemos ilusionado con cualquier nuevo proyecto, pues era una aventura. Aunque haya habido momentos difíciles, en los que hemos decaído creyendo que todo se cerraba a nuestro alrededor;  pero si te paras y tienes calma a buen seguro que encuentras una solución, una puerta abierta ante ti, y es que para las personas con coraje sólo hay puertas abiertas, cuando una se cierra, otra se abre; hay que seguir firme, no distraerse del camino que uno se ha marcado, siendo siempre fiel a si mismo.
Parece que ya me encuentro nuevamente en la ciudad mimada por el sol, donde las palmeras se despeinan bajo la brisa marina, donde la humedad intensa del ambiente dota a todas las plantas de un brillo y un verdor exultantes; la luz clara la ilumina permanentemente y la mezcla entre lo anglosajón y lo latino concretamente lo cubano la impregnan de una aire amable y cosmopolita a la vez.
Vayas donde vayas y estés donde estés siempre hay un sitio para ti, sólo tienes que conquistarlo, las cosas suceden cuando tienen que ser, sólo tienes que poseer la entereza para saber esperar  independientemente del sesgo que tomen las circunstancias personales.
Y ahora toca ir a una fiesta, donde podremos conocer otras tendencias, otros compañeros y un montón de sensibilidades, de colores, de mundos distintos... ¡Y hay tantos por descubrir!, en fin tengo que acabar porque he de hacer la maleta, hasta pronto.
GREGORIO GIGORRO

miércoles, 20 de noviembre de 2013

El encuentro diario



Como todos los días, él celebraba la vida como el más hermoso regalo, se levantaba muy temprano, el sol seguía acostado; prefería esperarle sentado en un banco, viendo pasar a los demás, observando sus movimientos, sus caras, sus andares... Cualquier esquina, plaza o edificio, hasta el más escondido rincón de un jardín, no importaba lo que fuese, se convertía en objetivo de sus ojos, que examinaban, analizaban y diseccionaban todo lo que le ofrecía la ciudad para ser disfrutado, sin olvidarse nunca de llevar sus bártulos; en cualquier lugar podía saltar la liebre y no quería que se le escapara.
Como cada día, anhelaba que llegara cada tarde, como todas las tardes en las que se encontraba con ella, sí solo y solamente con ella y con sus ojos.
Como siempre, salía con el tiempo pegado a sus talones, para llegar a la hora señalada, le encantaba ir corriendo aunque el estudio no quedaba precisamente a tiro de piedra del trabajo de ella, en el barrio financiero de la ciudad; pero él no se paraba en mientes y corría sin parar en pantalón corto sin tener en cuenta la estación del año; para él siempre era primavera. Sorteaba con agilidad el ruido ensordecedor de los endiablados coches, los semáforos que le obligaban a pararse en rojo y los numerosos viandantes que a veces abarrotaban las calles, éstas con sus edificios decimonónicos acompañados de otros con menos solera, las iglesias, las acacias alineadas sobre las aceras; el paisaje urbano iba mudándose por otros inmuebles mucho más altos, más modernos y más sosos, a medida que se acercaba a su meta, lo único que continuaba igual era el tráfico.
-Corre, corre, tú puedes- se decía; pensaba que la pintura y un corredor de fondo se parecían en eso: entrenarse sin prisa pero sin pausa para conseguir sus deseos sin importar el tiempo invertido.
Hasta que por fin, la vió enfrente, al otro lado de la avenida; el  semáforo seguía en verde, pero justo cuando estaba a punto de cruzar, ella le gritó alzando las manos, de pronto un cochazo con prisa se saltó el semáforo; sin duda tenía la misma premura que él por llegar a su destino. Él se quedó lívido, pálido, chorreando de sudor y al poco felizmente quedó entre sus brazos apretándole sin parar, alejando poco a poco el susto y dejándose acariciar por sus ojos y todo su ser.
Como siempre, en demasiadas ocasiones en la ciudad, aquel encuentro podía haberse malogrado y todo porque un conductor no quiso o no supo pararse a tiempo.
GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Una pareja particular"
Tinta y acrílico sobre cartón
Firmado y fechado en 2013
Medidas: 49 x 35 cm



Aranjuez a 20 de noviembre de 2013

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Pobre infante don Pedro


Detrás quedaba el luminoso claustro, a un costado de éste se encontraba la capilla de Santa Catalina, de soberbia factura gótica, bajo la rotunda bóveda de crucería se exponían un rosario de piezas religiosas de buena orfebrería; su mirada fue tranquilamente recorriendo la sala, hasta que se acercó a  un sepulcro pequeño, situado en el centro de la misma, era un niño ataviado como un caballero, con su trajecito, sosteniendo la espada con ambas manos, aislado del resto del mundo por una recia reja que daba fe del nombre  y estirpe del yacente durmiendo el sueño eterno.
 
Pobre Infante don Pedro, pensaba él, viendo la sepultura de frío mármol aunque policromado; no dejaba de inspirarle una sincera ternura, una inmensa soledad. El personaje en cuestión, fue hijo natural del rey Enrique II de Trastámara, reconocido por éste como su retoño al igual que sus demás vástagos. Murió accidentalmente a muy temprana edad, dejando repentinamente una vida llena de privilegios por un fatal destino.
 
Un día soleado en la sala de los reyes del Alcázar de Segovia junto a otras personas de la corte, su  aya lo sostenía en los brazos; quizá al asomarse ésta desde  uno de los balcones, para disfrutar de algún desfile militar probablemente, ella se distrajera, mirando el espectáculo; absorta ante la gallardía de algún soldado conocido por la sirvienta, el caso es que de golpe y porrazo el niño se le fue de los brazos cayendo al enorme precipicio sobre el que se asienta el edificio,  muriendo inevitablemente, fue una tremenda sacudida para todos los presentes.
 
El aya que tanto mimo había prodigado al niño, que no había escatimado ni  tiempo ni cariño para ello, vió que su vida se iba al traste, ¿qué se le pasaría en un segundo por su cabeza?, sin duda el castigo sería ejemplar; no le quedó otra salida que la del infante.
 
Se marchó, pero sus lamentos a buen seguro que llenaron todos los rincones del Alcázar en busca de consuelo; de igual manera que rebosaron de júbilo cuando se celebraron fiestas o tuvieron lugar intrigas cortesanas o pavorosos incendios.
 
Las piedras siguen en pie, las puedes tocar, pero el alma que albergan estos lugares tan añejos, tan vividos solo se pueden llegar a acariciar con la imaginación.
 
A veces la vida sin avisar, te estrecha el camino, hasta el punto de nuestra nodriza: huyó para no volver, igual que los personajes de la película Thelma y Louise, en la cual la historia se enreda de tal manera que lo único que les queda a las protagonistas es lanzarse al  precipicio.
 
Después de todo, la vida es esa obra que interpreta cada cual  y que hagas lo que hagas siempre termina mal, por lo que no merece la pena, tomársela en serio.
 
 

GREGORIO GIGORRO
"Boceto para un sueño"
Óleo sobre lienzo
Firmado  y  fechado en 2013
Medidas: 54 x 81 cm



En Aranjuez a 6 de noviembre de 2013



jueves, 31 de octubre de 2013

Duerme




Duérmete contando estrellas, es mejor que hacerlo con ovejas, siempre se corre el riesgo de que sean muchas y se despierten balando, todas a la vez.
En el otro caso, aunque el firmamento esté preñado de ellas, son más discretas e iluminan la negra noche si no hay luna, además es mucho más sugestivo sentir sobre tu cabeza millones y millones de mundos lejanos y relucientes imposibles de alcanzar.
Duérmete contado estrellas, desde el silencio inmenso que da esas horas, puedes llenarlo con un montón de historias de seres ajenos a ti, o cercanos según se vea, a veces los humanos, no todos son agraciados al nacer con la caída de algún astro en su vida, de una buena estrella; no es lo mismo tener a la susodicha que estar estrellado, por ello con cierta frecuencia esos mundos fantásticos se encuentran más cerca de lo que pensamos; probablemente alguien con chispa, con estrella, se haya sentado en el autobús, te haya sonreído o te haya hecho algún favor..., mil cosas, pero quizá no te has dado cuenta. Claro, pensarás, ellas están allí en lo alto, suspendidas, ingrávidas, ausentes.
¿Cómo voy a disfrutar de una de ellas, aquí abajo?
GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Nosotros en un interior"
Óleo sobre lienzo
Firmado y fechado en 1997
Medidas: 1,30 x 60 cm

Felices sueños.

Aranjuez a 29 de octubre de 2013

viernes, 25 de octubre de 2013

Pequeños placeres


 


Qué gusto sentir los rayos del sol, cuando se abren camino entre las hojas carnosas de la parra, sentado en la hamaca arropado por su sombra verdosa, a  esas horas del domingo cuando las chicharras aún duermen; mientras los gatos se empeñan en trepar por el granado.
Qué gusto da ver al saltamontes despistado sobre la santolina, al pensamiento amarillo resistiéndose a marchitarse después de  tanta sequía.
Qué espectáculo, es comprobar que los ramilletes de la glicinia siguen floreciendo aunque la primavera se haya marchado.
Qué alegría escuchar el saludo sonoro del canario y el periquito.
Qué bien ver sobre el alfeizar de la ventana al gato con su mirada verde pidiendo su comida mañanera.
Qué delicia ver las caricias sin fin que prodiga a sus pequeños.
Qué refrescante relajo nadar solo en una piscina azul como el mar, mientras los otros comen a esas horas decentes.
La verdad, es que no hay nada mejor que ir al revés del mundo.
¿Pero dónde te habías metido? -Pues estaba aquí, debajo de la sombrilla de paja, esperándote-
Y se marcharon a comer al borde del río tan fresquitos.
 
 
GREGORIO GIGORRO
"Los piragüistas"
Óleo sobre lienzo
Firmado y fechado en 1999
19 x 33 cm



Aranjuez a 24 de octubre de 2013