Le mandaron despojarse de sus ropas, obediente se puso el camisón que le indicó la enfermera y se tumbó a esperar en su nuevo lecho; tanto habían madrugado que a los dos les invadió una dulce somnolencia; pronto el silencio lo rompió una voz joven y casi inmediatamente se vio yaciendo en una cama de ruedas y de ruidos, atravesando pasillos grises y metálicos.
Ahora percibía el mundo al revés, de abajo a arriba, tenía tiempo para dar la vuelta a la tortilla, él que siempre disfrutaba viendo todo desde su "azotea"; resulta que ahora se sentía como un niño desvalido a la merced de los cuidados de los médicos que por cierto no escatimaron nada para su recuperación, ni en medios ni en atenciones cariñosas y así veía desde abajo las caras de los facultativos y los potentes focos dispuestos a volver a dar la luz que había perdido uno de sus ojos.
Como si la vida fuese una película, se vio como un bebé que gritaba sin consuelo y agitaba sus manitas y una voz amable intentaba acallar su llanto, pasaron a toda velocidad fotos de la época estudiantil, enseguida aquellos viajes al sur tan agradables, algún encargo importante, por eso se fotografiaron delante de él, el nacimiento de sus dos hijos ampliaron dicha película que suavemente fue perdiendo brillo y color hasta transformarse en silencio, silencio oscuro y sereno, muy sereno; es curioso resumir la existencia de alguien plásticamente, tuvo la impresión de haber transcurrido un minuto, sin embargo más tarde cuando le reanimaron se enteró que habían transcurrido cuatro horas desde el inicio de la operación.
GREGORIO GIGORRO "La reunión" Técnica mixta sobre cartón Firmado y fechado en 1996 Medidas: 70 x 103 cm En Aranjuez a 25 de octubre de 2014 |
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