Se despertó empapado de sudor, recordando aquella tarde aciaga, le resonaba aquel adiós con portazo y discusión incluida; en su relación eran frecuentes ambas cosas, las subidas y las bajadas de tono, pero siempre había una reconciliación más o menos fogosa, así iban apuntalando su convivencia maltrecha.
La situación se agravó cuando ella recibió una oferta de empleo, fuera de la ciudad, en el norte del país; era apetecible y un dinero extra les venía muy bien, pues él no estaba en su mejor momento, vender pisos en el momento actual, no era muy rentable; se acordó que él se quedaría con su única hija y se verían los fines de semana, parecieron estar de acuerdo, sería un punto de inflexión en sus vidas.
Ella con demostrado don de gentes y una experiencia dilatada, se hizo enseguida a su nuevo puesto, era el mismo que ocupaba, sólo cambiaba el lugar, pues trabajaba como secretaria de dirección en una empresa internacional, dedicada a la exportación e importación de mobiliario de cocina. Al principio se veían todos los fines de semana, los tres se alegraban, no había reproches ni discusiones; poco a poco, él fue notando que ella empezaba a decirle de su cansancio, de la presión laboral, a lo cual él respondía, no pasa nada..., iré yo a verte..., y así iba transcurriendo el tiempo como la lluvia se desliza a través de un cristal.
En una ocasión, decidió ir a verla solo, ya que su hija pasaba el fin de semana en casa de una amiga; sería una sorpresa; al llegar a su punto de destino, salió a la calle, de pronto sintió un bofetón de humedad, mezclado con el aire del mar, era lógico, la ciudad estaba al borde del mar, rodeada de abundantes bosques, no le dio importancia, pero al mismo tiempo notó un desasosiego. Enfiló la calle reluciente mientras sorteaba la fina lluvia a un paso ligero que se convirtió en carrera a medida que el aguacero aumentaba, casi calado se metió en un bar situado en una frondosa plaza con un templete en el centro, desde su mesita con su humeante café, veía discurrir la vida de aquella ciudad del norte...
Continuara....
GREGORIO GIGORRO "El chapuzón" Acrílico sobre cartón Firmado y fechado en 2015 Medidas: 50 x 35 cm En Aranjuez a 15 marzo de 2015 |
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