Un conjunto imponente en medio del campo sembrado de girasoles sonrientes bajo el cielo añil de agosto.
Una fachada orgullosa y mesurada a la vez, aunque su portada sea deliberadamente barroca, mira de frente a la rotunda torre medieval; el monasterio de Uclés edificado sobre un promontorio descolla soberbiamente sobre el exiguo caserío.
Una carretera que se retuerce suavemente dejando a la izquierda las ruinas solemnes de la romana Segóvriga.
Un castillo que abraza al pueblo de Belmonte a lo largo de su muralla; la inmensa llanura de vides que aparece salpicada de casas para solaz de sus habitantes, perdiéndose hasta Mota de Cuervo con sus molinos.
Una capilla del último gótico presidida por un retablo gigante del XVI, donde trabajaron artistas como Francisco de Colonia, Felipe Vigarny y Francisco de Salamanca. La luz se filtra por el ventanal dando justo en la cara de la Virgen, rodeada de ángeles, dotándola por arte de magia de una sonrisa vivaz, como si acabara de ser pintada; emociona y sobrecoge la capilla de la Asunción en Villaescusa de Haro.
Una potente luz sobre los campos desiertos donde campan a lo largo y ancho girasoles y más girasoles, y vas y te sumerges en este mar de miles de tortas amarillas y verdes, mientras la chicharra no para de cantar y de vez en cuando pasa algún coche despistado por la vecina carretera.
¡Para qué ir más lejos, si aquí se está bien!
"Cuenca, ni más ni menos".
En Aranjuez a 14 de agosto de 2016 |
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