Desde bien jovencita apuntó maneras, ya a los trece años empezó a coleccionar objetos antiguos, su familia perteneciente a la nobleza también lo hacía sobre todo en el terreno pictórico; era lógico que a ella le gustara pues todo lo que se cria, termina aflorando.
Se casó en la Moreda, la residencia familiar, enviudó sin tener descendencia y consagró el resto de su vida a salvar de la destrucción y del olvido obras de arte antiguo, para ello ya sin marido compró el palacio de la calle Cuna, próximo a La Encarnación, le rehizo completamente para poder colocar todo su legado, debido a las medidas de los mosaicos romanos se estructuró dicho espacio prolongándose las obras más de diez años, convirtiéndose en la residencia noble con más pavimentos romanos del mundo, donde conviven éstos tesoros de temas mitológicos con yeserías árabes, columnas renacentistas, brocales, esculturas, zócalos...; la escalera principal sin ir más lejos proviene del desaparecido convento de San Francisco, es un delirio imponente de la cerámica del XVI. El piso noble custodia el mobiliario de la casa, repleto de alfombras, cuadros, vajillas, lámparas... en su mayoría del siglo XIX.
Todo ello aderezado con patios, galerías, adornados con helechos, geranios, clivias y otras tantas especies, en fín un museo muy especial en el corazón de Sevilla.
Esta riqueza arqueológica procede de Itálica, ciudad romana fundada en el CCVIII a.c. por Escipión El Africano, cuna de emperadores como Trajano y Adriano, sepultada bajo el actual Santiponce, debajo reposan aún una parte de la urbe.
Gracias al tesón y al dinero de la condesa se salvaron del abandono verdaderas maravillas, del opus tessellatumi, debido a su impulso la arqueología tomó nuevos bríos sin escatimar esfuerzos; además en la casa se organizaban tertulias con personas de diferentes ámbitos, sobre todo vinculadas a la cultura y a la política como Sorolla o Huntington entre otros, se sabe que este último participó en las excavaciones. En dichas veladas ella perseguía concienciarles para salvaguardar nuestro inmenso patrimonio; a la vez se dedicó a mejorar la vida de sus semejantes, construyendo para ello un hospital para niños desfavorecidos en Dos Hermanas, pueblo próximo a la capital Hispalense, fue la primera mujer en ingresar en La Real Academía de Santa Isabel de Hungría y su ciudad agradecida por la labor llevada a cabo la nombró hija predilecta en 1917.
Se da la circunstancia que nació en 1851 en Sanlúcar de Barrameda, el mismo año que otra mujer de rompe y rasga, doña Emilia Pardo Bazán, a la que no le pusieron nada fácil reconocer su valía en nuestro país.
Doña Regla Manjón y Mergelina que asi se llamaba nuestra condesa, vivió en su casa hasta el final de sus días; al no tener descendencia la herencia pasó a un sobrino quien tampoco la tuvo hasta llegar otro miembro de la familia con hijos; pues bien debido a la sensibilidad de éstos podemos disfrutar del increíble patrimonio aqui conservado, es un ejemplo pero no el único.
Por todo ello es un monumento de primer orden que merece más que una visita.
GREGORIO GIGORRO Fuente de la serie Angeles pintada a mano Centro Cerámico de Talavera En Aranjuez a 8 de mayo de 2022 |
Que historia y mujer más interesante y fructífera para la conservación del Arte! Gracias por compartirla y tu preciosa pintura de ángeles sobre la cerámica. Un abrazo. M C Cuns
ResponderEliminarBonita historia, gracias
ResponderEliminarGracias, Gregorio. Muy interesante. Ya me lo he apuntado para cuando vuelva a Sevilla.
ResponderEliminarSiga dándonos ese gusto de leer, que grande es señor Gregorio
ResponderEliminarBuena historia, que agradable relato y el cierre con broche de oro, esta bella pintura.
ResponderEliminarGracias por compartir.
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ResponderEliminarMil gracias por adelantado, vuestros comentarios son siempre gratificantes.
ResponderEliminarQué gran labor la de esta mujer! Hay que ver este Museo, sobre todo por los pavimentos romanos...
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