lunes, 20 de febrero de 2017

La pista



Haciendo equilibrios se desliza segura sobre la cuerda floja,
él lanza al aire sin parar una y otra vez los bolos coloraos,
no permitiendo que uno solo toque el suelo;
como una bailarina grácil levanta una pierna,
mientras con el brazo contrario despliega una sombrilla azul y amarilla,
sortea diestro las evoluciones de los elefantes sobre la pista,
cimbreándose para no toparse con éstos, ni con los enanos
que tocan sin cesar sobre la arena.

Poco después entran los corceles blancos, relucientes de colas largas y rubias,
las cabras adiestradas, los cerdos saltarines, los...

Los dos se miran, dan un salto sin malla y se montan sobre ellos,
de pronto le dice -Cámbiate al mío, y pum, ya están juntos, 
y volando se van de ese disparate de circo que ya no aguantan más.

¡Qué se queden los payasos, haciendo lo propio!

GREGORIO GIGORRO
"Abanico"
Acrílico y tinta sobre madera
Firmado y fechado en 2017



En Aranjuez a 20 de febrero de 2017





domingo, 12 de febrero de 2017

El olvido


Le sirvió en un periquete el café con picatostes, ella se lo llevó a una mesita situada frente al ventanal, se sentó a degustarlo con parsimonia, veía el ajetreo de la pequeña ciudad: las personas que entraban y salían del mercado, el vendedor de lotería, algunos chicos que debían de haber hecho pellas, un grupo de señores mayores esperando el autobús...
 
Mientras la nata se mezclaba en su boca con el azúcar y la canela de los picatostes, fundiéndose en el amargo café; se relamía de gusto, sus ojos chispeaban, mirando de reojo al patrón que atendía a sus parroquianos con familiaridad, se notaba que eran asiduos del establecimiento. Entretanto ella le miraba con discreción, parecía buena persona, campechana y a la vez educada, de cabeza noble, espalda ligeramente encorvada, más bien alto de apariencia enjuta, con una incipiente curva de la llamada infelicidad. Margarita era una observadora nata, quizás por tener que desmenuzar los cestos que se traía entre manos en su trabajo.
 
Aunque no era la única persona que escrutaba allí, Narciso también con cuidado hacía lo propio, esa chica no es de aquí, nunca la he visto; es muy joven para mi, qué digo, podría ser mi hija, qué bobadas pienso, el caso es que se siente bien, no  hay más que verla, lo mira todo con curiosidad, se le nota en los ojos.
 
Ella veía que no paraba de trabajar, hablando con los clientes, atendiendo al teléfono, colocando botellas, esta claro que está solo, sus ojos parecen cansados, ligeramente enrojecidos; él empezaba a hacer cábalas sobre que hacía allí una mujer con ese encanto, con ese desenfado, alrededor de ella, parecía que flotasen mariposas. Qué corto soy, no se me ocurre nada que decirle.
 
-Se ve que le gusta señorita. En ese momento estaba absorta viendo una bandada de cigüeñas sobre el cielo encapotado.

-¿Qué, cómo dice?

- Pues que le ha gustado mi sugerencia.

- Ah, si muy rica, me tomaría otro. Miró el reloj dando un respingo.

-Ay, va, qué tarde se me ha hecho, me voy. Pago corriendo y se marchó muy aprisa.

Narciso se quedó cortado, reaccionó con una voz que le pedía una café y una copa de coñac; distraídamente sirvió la consumición.

Al mirar donde había estado Margarita, como deseando que permaneciera en el mismo lugar se dio cuenta que había olvidado un paraguas sobre la silla.

- Ah, menos mal, regresará a por él cuando vuelva a llover.


GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Paseo en Vespa"
Acrílico y tinta sobre cartón
Firmado y fechado en 2017
Medidas: 46 x 51 cm

En Aranjuez a 12 de febrero de 2017


 








martes, 7 de febrero de 2017

Pobre Majuelo



Ha muerto de pie como cualquier árbol aunque ya habían pasado varias primaveras sin regalarles las flores rosas que tanto alegraban su vista, las ramas vigorosas y jóvenes dejarán de vestirse de verde; a pesar de las tormentas rabiosas, se mantenía erguido como un centinela hermoso contra los vientos y los calores rigurosos que le azotaban.

Con todo y con eso ellos seguían abonándolo con agua y mimos, con la esperanza de que volviera a brotar la vida, igual que aquel revivido por la madre Maravillas en la Aldehuela, su última fundación; no pudo aguantar los embites de la otra noche en la que el cielo rompió aguas y rayos de forma brutal, cuando se derrumbó definitivamente. Entre todos le mataron  y el solito se murió, reza el dicho.

A veces regamos en terreno yermo, entonces recogemos solo astillas en lugar de los frutos esperados; contra todo pronóstico hay que continuar sembrando, nosotros nos vamos, las obras quedan.

GREGORIO GIGORRO
"Boceto de San Miguel para placa cerámica"
Firmado y fechado en 2017
Medidas: 62 x 34 cm

En Aranjuez a 7 de febrero de 2017





domingo, 15 de enero de 2017

El manzano


Como un sonámbulo abría la ventana de la habitación, veía con consternación al enorme manzano, allí seguía cargado de fruta, después se encaminaba a ver a su hijito, tendido en la cama dormido, rodeado de guirnaldas de flores congeladas junto a él; siempre sería niño, sin crecer ni menguar.

"Ten cuidado al subirte al árbol hijo, es muy alto para ti, y te puedes caer". Y se cayó, al intentar agarrar a una mariposa sentada sobre una manzana.

Victoria, Paloma y Esperanza cuidaban con celo de su padre aunque éste ya estaba en su mundo. No desfallecieron hasta el nacimiento de Pedrito aún a sabiendas de poner en peligro la salud de Rosa su mujer, quien a esas alturas era una sombra de aquella chica que conoció en casa de unos amigos, fue languideciendo poco a poco hasta secarse del todo.

Desprovisto de su compañera, sintió el desagarro de la que creía era la razón de su existencia; se equivocó, pues el niño parecía colmarle la vida, quizá intentó suplir la muerte de la madre aferrándose al pequeño.

De pronto, el aire se había vuelto denso, olía a podrido; el motor se había parado, sonaba el zumbido de un moscardón incesantemente, taladrando sin descanso su cerebro, subiendo el volumen de una forma escandalosa, a punto de estallar de desesperación.

Abrió de golpe los ojos, el sol se colaba a rayas a través de la persiana; el olor a café llega hasta la nariz, siente cantar al pajarillo, se toca la frente sudorosa y respira hondo incorporándose a coger la bata.

Un frutero lleno de manzanas verdes, tostadas calientes, el humeante café y la sonrisa de Rosa le esperaban.

¡Qué alivio!

GREGORIO GIGORRO
"Cádiz"
´Tinta y acrílico sobre tabla entelada
Firmado margen inferior izquierdo y fechado en 2017
Medidas: 24 x 19 cm


En Aranjuez a 15 de enero de 2017

jueves, 12 de enero de 2017

Tormento




La princesa Florinda contaba las jornadas esperando el rescate ansiado, sabía que un día su príncipe la libraría del tormento en el que se hallaba sumida. Encerrada en una torre dorada, rodeada de ataduras de papel pintado de flores y pájaros de mentira, tenía la certeza de la existencia de una vida plena tras los altos muros, cuyos ventanales dejaban ver las mariposas, las bandadas de pájaros que surcaban el cielo.
Gracias a una paloma mensajera recibía las noticias del príncipe, sabiendo de las pesquisas de éste para liberarla de una oscura maldición que le había llevado a este estado. Por él sabía del estado del mundo, hecho jirones debido a los desmanes cometidos por la especie humana. Sufría con entereza el paso del tiempo, la ausencia del cambio de las estaciones, tenía una dueña ciega que cuidaba de ella, el único vínculo con la tierra que sin embargo era aleccionador pues sentía en su interior aún más fuertes las ganas de volar, de dejar atrás aquella cárcel.
Tenía la seguridad de que solo había que esperar, pues de tanto buscar la buena suerte un día luminoso su príncipe, montado en su corcel blanco llegaría escoltado por un tropel de pájaros cantarines con un cargamento de flores de todas clases, formarían una alfombra tupida y perfumada hasta la entrada del castillo; a la señal de su señor, ella empujaría el portón que se abriría suavemente de par en par.
Florinda saldría con los pies descalzos, sus mejores galas le mostraría y nada de lo importante se abría marchitado, sus ojos vivaces le sonreirían diciendo: "Te  he estado esperando desde siempre".
GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
Bocetos para platos de postre
Rotulador y acrílico sobre papel
Firmado y fechado en 2016
Medidas: 21 cm de diámetro cada uno



En Aranjuez a 12 de enero de 2017

miércoles, 4 de enero de 2017

Unas letritas


Queridos Reyes Magos:

     Me llamo Lucía, soy una niña de ocho años, aunque me he portado muy bien no voy a pediros que me traigáis ningún regalo este año.

     Me gustaría mucho que os llevarais la enfermedad de mi mamá porque muchas veces la veo cansada, será por el cerro de medicinas que toma, que mi padre tenga más trabajo, cuando eso sucede, está contento y menos nervioso y saca tiempo para jugar al perro conmigo y con mi hermano, ah, que también se lleve los demonios que le hacen ser tan travieso; que la crisis de la que hablan tanto mis papás también se vaya, así nos podrán comprar más chuches sobre todo para mi hermanito, él nació antes que yo, pero siempre le llamo así, además quiero que se queden mis abuelos porque nos cuidan mucho y miran por mis padres, como dicen ellos.

     Tened mucho cuidado con el viaje, pues aunque sois magos, hay muchas guerras que sortear en vuestro camino;  todos los regalos que traigáis dádselos a los niños de esas guerras, nosotros aquí tenemos ya suficientes, de paso convenced a los gobernantes que encontréis para parar de una vez de hacer sufrir a los pueblos, a los niños y a todo bicho viviente,

     Os deseo un feliz viaje, ah, no se os ocurra entrar por la chimenea, este año la hemos encendido.

GREGORIO GIGORRO
"La elefanta azul"
Acrílico  y tinta sobre cartón
Firmado y fechado en 2017
Medidas: 17 x 26 cm

En Aranjuez a 4 de enero de 2017




viernes, 30 de diciembre de 2016

Narciso


Desde el mostrador del bar veía pasar la vida, cada mañana, muy temprano abría el establecimiento, colocaba las mesas, servía los cafés a los obreros antes de marcharse a la fábrica, más tarde llegaban las amas de casas madrugadoras; también veía a los abuelos reprendiendo a los nietecillos juguetones camino del colegio, llegar al repartidor de bebida atravesando la plaza, presidida por la misma estatua de siempre, al vendedor de lotería apostado siempre en el mismo sitio, a las mismas personas esperando el autobús en la misma esquina, al señor de gafas negras sentado bajo los tilos, al reloj de palacio dar las horas solemnemente,

A la misma gente de siempre, donde siempre, como siempre, sin la más mínima variación.

Creyó que hacerse cargo del bar de su padre sería cuestión de meses, hasta que pudiera venderlo o traspasarlo; solucionado el asunto, Narciso se  iría de allí sin volver la cara, daría rienda suelta a sus ganas de vivir, lejos de aquel pueblo rancio y de su familia.

Aquellos meses se convirtieron en años, treinta años largos; le dio tiempo a encontrar esposa e hijos, a enterrarla, a que sus retoños hicieran su vida lejos de él, y a comenzar a enterrar también todas sus ilusiones. Lo que al principio fue divertido como todo lo nuevo, se convirtió poco a poco en rutinario, llegando a confundir un día con otro, pues se parecían demasiado; paulatinamente se marchitaba, sin llegar a resignarse totalmente, "no hay mal que cien años dure, cuando menos me lo espere sucederá algo inesperado".

Era una mañana luminosa de primavera, se encontraba colocando las botellas de licor en la estantería, cuando un buenos días dicho de un modo claro  y sonoro le hizo darse la vuelta, descubrió una cara risueña, una figura menuda, vestida de vivos colores y dueña de unos ojos avispados, se quedó gratamente sorprendido, no obstante, acertó a decirle: ¿Qué desea señorita?, Un café por favor; Narciso, solícito le relató la retahila de sus especialidades en este sentido, Margarita, así se llamaba, después de escucharle con atención le preguntó: ¿Usted cuál me aconseja?, se quedó pensativo y le respondió sonriendo: Un café vienes con picatostes, le gustará.

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Dame limosna, mujer"
Tinta y acrílico sobre papel
Firmado y fechado en ángulo inferior izquierdo
Medidas: 11 x 20 cm

En Aranjuez a 30 de diciembre de 2016