lunes, 16 de marzo de 2020

Coronavirus


Las calles se han quedado sin gente, salvo algún despistado o necesitado de comprar lo necesario, los bares, restaurantes, centros de ocio, de cultura... todo cerrado a cal y canto; el viento y el silencio se han adueñado de todas las ciudades.

Un coche de la guardia civil cruza la plaza, la desolación campa por el país entero, la nueva peste tiene nombre propio, gran parte del planeta está amenazado, todo el mundo confinado en sus casas, el ruido de los niños ha desaparecido de los jardines, ahora permanecen con sus abuelos o sus padres.

Hay que impedir a toda costa el contagio, vuelve la desconfianza, las fronteras se cierran, se comienza a despedir a la gente de los trabajos, el turismo cae en picado.

Quizá sea el tiempo para saber qué es lo importante, para parar y cuidar la familia, para sentir que si somos una piña con sentido común, confianza y solidaridad saldremos de esta, para saber que todos y cada uno de nosotros no estamos libres de la enfermedad, somos corrientes y molientes seres, lo mismo le puede suceder a un limpiador que a un ministro, a un niño o a un anciano, estos últimos mucho mas vulnerables.

El ser humano es poca cosa cuando sucede algo realmente implacable, tal vez sea la hora de plantearse qué es lo que nos une, no solo como país sino como la idea de cambiar un mundo lleno de mucho ruido y de demasiada histeria, puede que tengamos que aferrarnos a un asidero firme y sólido, "Quien a Dios tiene, nada le falta, Dios no se muda, solo Dios basta" (Santa Teresa de Jesús).

Los vagabundos, la mayor parte hombres seguirán durmiendo en los cajeros de los bancos si no se remedia mientras tanto los demás lo haremos en nuestras casas, los árboles de flores blancas seguirán adornando la avenida, el sol lucirá en lo alto y como ya he dicho, esto se acabará si todos y cada uno de nosotros de una vez por todas pensamos en el prójimo como pensamos en nosotros mismos y obedecemos sin dudarlo a los profesionales de la sanidad que tenemos la gran suerte de contar con los mejores.

Mucha fuerza y mucha paciencia, ni más ni menos.

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
¿Qué miras princesa?
Tinta y Acrílico sobre papel
Medidas: 40,5 X 50cm
Firmado y fechado en 2013

domingo, 15 de marzo de 2020

En el estanque



Azucena otea a su alrededor encaramada sobre el islote entre los lirios que anuncian a la primavera y los carrizos que recuerdan a las orillas de un río, tiene un caparazón rotundo y voluminoso de un verde que tira a botella confundiéndose con el agua donde habita; cuando la trajeron de lejanas y calurosas tierras siendo jovencita no era lo gorda que es, no se sabe si primero fue la tortuga o la charca ni creyó posiblemente llegar a sentirse tan a gusto junto a otras dos tortugas mas pequeñas y al parecer muy íntimas según cuenta la cuidadora del lugar.


Al principio se disputaban las carnes naranjas de los pececillos de colores pero pronto cada animal ocupó su lugar sobre todo porque ellos viendo el peligro se despabilaron y ellas se las ingeniaron para no morir en el intento, a fin de cuentas había alimento para las tortugas, los peces y los pájaros que ocasionalmente siguen viniendo a beber agua aunque hay que decirlo todo, deben de tener mucha sed y más valor para ingerir dicho elemento, lo que parece claro es que Azucena crecía y sigue creciendo de igual manera que el cariño con el que todas las personas grandes y pequeños la tratan  pues para todos ellos Azucena "la tortuga" es el mayor atractivo para un sitio tan tranquilo y sin sobresaltos, cuando llega el buen tiempo le gusta salir del silencio del fondo y sentir el sol amable a la vez que estirando el cuello parece entender los piropos que le dedican todo el que la ve.



GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"La niña de amarillo"
Tinta y acrílico sobre cartón
22  X 33,5 cm
Firmado y fechado en 2016





En Aranjuez  a 15 de marzo de 2020





domingo, 8 de marzo de 2020

El almacén de las estrellas


La noche estaba quieta,
tanto que la calma y el silencio espesos se podían cortar,
sentado con su pipa en los labios echando el humo al aire tibio,
asiste al espectáculo sobrecogedor, 
del firmamento raso como una carta, 
abarrotado de estrellas de esos mundos lejanos ajenos a él,
de miles y miles de lucecitas paradas, rutilantes, 
suspendidas allá arriba,
se fija en el fulgor de Venús, en el gajo de la luna,
en el avión a punto de aterrizar,
y comienza a contarlas, hasta quedar exhausto,
entorna los ojos dejándose acariciar por la brisa nocturna,
mañana será otro día, y seguirá con su tarea preferida,
contar estrellas en ese gran almacén,
sabe que están todas o por lo menos aquellas que él puede llegar a vislumbrar.

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Desde Brooklyn"
Tinta y acrílico sobre cartón
53 x 35 cm
2013


En Aranjuez a 8 de marzo de 2020

domingo, 1 de marzo de 2020

Semáforo en rojo


Un gato cruza la calle,
un hombre se cambia de acera,
los colegiales se saltan corriendo un semáforo,
la nata se mezcla con el café humeante,
se cruzan las miradas de dos desconocidos,
ya hace tiempo que él no cruza una palabra con su padre,
el río parte la ciudad en dos,
su vida discurre entre cruces y cruces de caminos,
aunque él sabe bien el suyo,
él cruzó su perra con un perro de otra raza,
la madre más que harta cruzó la cara de la niña,
y la madeja se fue deshaciendo hasta cruzar el umbral;
mientras tanto los árboles desnudos son testigos del frenazo del coche,
pero al gato le dio tiempo de cruzar al otro extremo.

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"La pareja"
Tinta y acrílico sobre papel de embalar
50 x 40 cm
Firmado y fechado en 2013




En Aranjuez a 1 de marzo de 2020

martes, 25 de febrero de 2020

Alma mía


Esa fuerza arrolladora,
incansable que lucha con todas sus fuerzas,
contra las ataduras del cuerpo,
al que sobrepasa con creces,
que se eleva sobre él,
intangible,
otorgando ese halo,
convirtiendo lo puramente físico en algo mágico,
etéreo casi divino.

El alma se pasa la vida
intentando escaparse de los límites terrenales,
y al final se va para seguir su camino,
no se sabe adonde,
porque ella es inmortal.



GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
Boceto de jarrón grecorromano
Bolígrafo y acrílico sobre papel
35 x 25 cm
2012






En Aranjuez a 25 de febrero de 2020

miércoles, 19 de febrero de 2020

Como Juan y Manuela


Si la ves y le das una voz, ella no vuelve la cabeza,
tampoco escucha los trinos de los pájaros ni la música de una guitarra,
ni el estruendo del viento..., pero los ve. En cambio si te colocas frente a frente,
puede leer tus labios atentamente como si se tratara de un libro, entonces te responde,
pronunciando con dificultad, aunque se ha tenido que esforzar para poder ayudar a su hija.

Él afortunadamente ha tenido mejor suerte gracias al aparato colocado detrás de su orejas,
por ello disfruta del mundo a su alrededor.

Manuela se libra de escuchar las tantísimas sandeces que desembuchamos los humanos,
Juan se las cuenta despacito y así a trompicones componen día a día la naranja entera, 
como cualquier pareja en cualquier parte del mundo y en su misma situación.


GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
Modelo para pañuelo


En Aranjuez a 18 de febrero de 2020

martes, 11 de febrero de 2020

Jessica


Mientras miraba a  través de la ventana la cortina de agua pertinaz, sin moverse como obnubilada, en el cristal veía aquella muchacha joven, tomando un avión con su hijito rumbo a hacer las Españas, huyendo de si misma, debiendo el boleto para hacer posible tala aventura.
Soñaba con ser actriz, ni físico ni tampoco cualidades le faltaban,se movió sin cesar mas que una noria, con el tiempo consiguió trabajar haciendo bolos en el teatro,después como limpiadora, cuidadora de ancianos, con todo eso no lograba sus fines y los gastos iban casi a la par con los ingresos. Más tarde empezó a trabajar de bailarina en esos bares en los que el alma cabe en un vaso de whisky y la clientela va a hacer de todo excepto disfrutar del baile, el espectáculo no está a la vista de todos.
Se vio envuelta en trapicheos, en maneras turbias de conseguir la plata que necesitaba para costear el colegio de su hijo, pues para ella la educación era fundamental, así lo aprendió de sus papás.

El caso es que una noche se le acercó después de la actuación un señor asiático, muy delgado y más alto de lo habitual en esa raza, le acompañaban otros dos que se quedaron mas atrás del primero; se aproximó y en un perfecto castellano le dijo manteniendo la mirada -No echarás de menos el mar con esos ojos tan preciosos- Después de este encuentro fortuito vino la primera copa, la primera cita, el primer  paseo...
-Perdone, señorita soy Arturo Menéndez, el abogado de oficio.
-Le dijo con suavidad.
Ella de pronto regresó de donde estaba y  un poco atontada, acertó a responder -Ah, si gracias, por venir tan pronto, soy Jessica Benavides.


GREGORIO GIGORRO
"LA CITA"




En Aranjuez a 17 de febrero de 2020