"Templo de la verdad, es el que miras,
no desoigas la voz del que te advierte,
que todo es ilusión, menos la muerte".
Año 1922
Ésta es la cartela que reza sobre la entrada a un cementerio, a las afueras de Colmenar de Oreja, aunque hay otro más grande, éste que nos ocupa, se encuentra en el extremo de un pinar que se asoma al valle zigzagueante hasta encontrarse con la vega del Tajo, a lo lejos, y muy cerca de la ermita del Cristo, construcción barroca, sencilla y elegante que custodia la imagen del Santo.
Desde allí se disfruta del silencio y del caserío armonioso arremolinado bajo la mole de la hermosa iglesia, de factura renaciente al interior pero de aspecto fortificado al exterior. Pasear por la antigua Apis Aureliae es una delicia, sus calles están pobladas de casas sobrias y repletas de balcones, son un encanto.
Que decir de la plaza porticada, bien conservada, asomándose a los huertos con su fuente y sus pilares, representa una imagen castellana con tintes románticos o el convento también barroco, el teatro, o los hornos que abastecían de tinajas a medio país ahora maltrechos; todo ello rodeado de un vasto campo sembrado literalmente de cereales y vides que cada año sirven para elaborar buenos vinos. Sin olvidar un Museo interesantísimo dedicado al pintor Ulpiano Checa, oriundo del lugar y las canteras donde se extraía la famosa piedra de Colmenar, una caliza blanca que ha servido desde tiempo inmemorial para la construcción de soberbios edificios; todo bajo un cielo limpio e inmenso.
Pero como el hambre aprieta nos dirigimos a un restaurante, Casa Bolsitas, aunque no es el único por supuesto, donde saboreamos la pepitoria con albóndigas y huevo incluido que te quita el sentio, el trato recibido te hace sentirte como en casa.
Otro paseo para bajar la comida y seguir haciendo acopio de la tranquilidad que no es poca a media hora del corazón de Madrid.
Un lugar para perderse, aunque lo realmente importante sea encontrarse estés donde estés.
Colmenar de Oreja (Madrid) En Aranjuez a 30 de mayo de 2015 en la festividad de San Fernando Rey. |