sábado, 25 de octubre de 2014

La operación


Le mandaron despojarse de sus ropas, obediente se puso el camisón que le indicó la enfermera y se tumbó a esperar en su nuevo lecho; tanto habían  madrugado que a los dos les invadió una dulce somnolencia; pronto el silencio lo rompió una voz joven y casi inmediatamente se vio yaciendo en una cama de ruedas y de ruidos, atravesando pasillos grises y metálicos.
 
Ahora percibía el mundo al revés, de abajo a arriba, tenía tiempo para dar la vuelta a la tortilla, él que siempre disfrutaba viendo todo desde su "azotea"; resulta que ahora se sentía como un niño desvalido a la merced de los cuidados de los médicos que por cierto no escatimaron nada para su recuperación, ni en medios ni en atenciones cariñosas y así veía desde abajo las caras de los facultativos y los potentes focos dispuestos a volver a dar la luz que había perdido uno de sus ojos.
 
Como si la vida fuese una película, se vio como  un bebé que gritaba sin consuelo y agitaba sus manitas  y una voz amable intentaba acallar su llanto, pasaron a toda velocidad fotos de la época estudiantil,  enseguida aquellos viajes al sur tan agradables, algún encargo importante, por eso se fotografiaron delante de él, el nacimiento de sus dos hijos ampliaron dicha película que suavemente fue perdiendo brillo y color hasta transformarse en silencio, silencio oscuro y sereno, muy sereno; es curioso resumir la existencia de alguien plásticamente, tuvo la impresión de haber transcurrido un minuto, sin embargo más tarde cuando le reanimaron se enteró que habían transcurrido cuatro horas desde el inicio de la operación.
 
GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"La reunión"
Técnica mixta sobre cartón
Firmado y fechado en 1996
Medidas: 70 x 103 cm


En Aranjuez a 25 de octubre de 2014
 
 

viernes, 17 de octubre de 2014

La ratita otra vez


Dejamos a Tata, satisfecha después de llevar a cabo aquella faena qué ni pintada, sé que estuvo relamiéndose un tiempo, digiriéndolo con calma, después siguió dedicándose a disfrutar con las exposiciones itinerantes que se llevaban a cabo en el museo, así continuaba nutriéndose con las obras maestras llegadas de otras pinacotecas. Cuando se cerraban las puertas al público, ella comenzaba a ver la luz, se pasaba toda la noche deambulando mientras el resto del mundo dormía, o eso creía ella.

Y es que el tiempo no pasa en balde y a fuerza de ver, de comparar unas obras con otras, fue descubriendo los diferentes estilos, creciendo dentro de ella ese aire, ese barniz peculiar que tienen unos seres y no otros.

Aunque era el secreto mejor guardado, de vez en cuando hacia apreciaciones al respecto al resto de la familia, pero en el aspecto que nos toca era muy reservada, no quería compartir ese tesoro con nadie, sin embargo la única que noto algo fue Tita; su hermana algo más pequeña que Tata pero igual de avispada, entre las dos conseguían los mejores bocados que llegaban a la guarida familiar. Su hermana notaba que todas las noches Tata se escapaba cuando el resto de la familia dormía aunque sospechaba algo, nunca se lo quiso preguntar.

Nuestra ratita visitaba de tarde en tarde el taller de restauración pero no encontraba nada que le apeteciera, pues la mayoría de las telas eran enormes y eso era para el animalillo un inmenso problema.

Un día de tantos subió al desván, era un verdadero hospital de cuadros apilados durante años, esperaban de pie la mano experta que les devolviera el esplendor arrebatado por el tiempo, pero de un tiempo a esta parte no había mucho movimiento; el país había entrado en una crisis profunda  y el arte no era para la mayoría su preocupación, por lo que el dinero antes destinado a estos menesteres, ahora lo precisaban asuntos más prosaicos.

Una noche lluviosa de primavera, Tata llegó al peculiar hospital y pasito a pasito repasó todo lo almacenado, se lo sabia de memoria pero al doblar una esquina, justo antes de entrar en la sala donde había una pila enorme rodeada de botes de pintura, barnices, marcos desconchados... , un relámpago quiso la casualidad que iluminara por un segundo una carita pensativa de niño; nuestra ratita quedó prendada por el hallazgo, le dio un vuelco su corazoncito,  además observó que no estaba sola, los ojos verdes, fosforescentes de un enorme gato se habían clavado en los de ella, ¡patitas, para qué os quiero!, menos mal que un agujero providencial apareció justo enfrente.

Repuesta del susto, regresó sin poder conciliar el sueño, pero volvió pronto a aventurarse para ver aquella telita. Una noche sorprendió al gato lamiendo sin parar la imagen de aquel niño lánguido, con un gorrito en la cabeza y  una escopeta, sin duda preparado para cazar; le vino a la memoria otro cuadro, grande colgado en una sala del mismo museo.

Se percató que el felino tenía los mismos gustos y que por descontado, no compartiría con ella el mismo pastel.

El tiempo también fue pasando por ella, se acometieron obras de remodelación  y limpieza de aquel lugar, con lo cual todo se puso dificilísimo para ella, teniendo que conformarse con las migajas del restaurante, eran muchos hermanos para alimentar, aunque Tata siempre se repetía, que  no sólo de pan viven los ratones, sobre todo cuando se come todos los días.
 
GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"La granja"
Acrílico sobre papel
Firmado y fechado en 2001
Medidas: 40 x 30 cm


En Aranjuez a 17 de octubre de 2014
 

domingo, 12 de octubre de 2014

Can I fly with you?


Acomodada en el sillón frente al espejo, mirándolo fijamente, le devolvió una cara desconocida, de una edad madura, cuando las arrugas de la frente se han fijado quizá, por falta de sorpresas, los párpados van cayendo de aburrimiento, la boca con su comisura bien dibujada después de contar tantas sandeces; continuando con el pelo que después de tantos cambios de color, ahora le tocaba el turno a un tono entre rojizo y panocha, todo quedaba empequeñecido por los ojos, eran grandes, seguían conservando la viveza en la mirada, sin duda el rescoldo de un ser apasionado.
 
¿Quién te ha visto y quién te ve?
 
Toda la jornada de un lado para otro, trabajando como señora de la limpieza, sin parar de dar vueltas como una peonza, siempre sola, ocupándose de todo menos de ella.
 
Comenzó por aplicarse unos mejunjes por todo el rostro para devolverle el brillo que tuvo en otro tiempo aquella piel marchita; esos labios carnosos tan caribeños siendo ella oriunda de un pueblo de la meseta castellana, había que resaltarlos con un carmín reventón; de los ojos qué decir, ¡la sombra comprada por la mañana daría los resultados esperados!, más tarde le tocaría el turno al pelo, prefería llevar media melena porque le rejuvenecía. A medida que se iba maqueando, la imagen de vuelta, era más sugerente, sensual; ahora había que elegir unos pendientes; éstos de aros grandes, contribuirían a dar una pinta más cálida, de mundos bañados por mares color turquesa.
 
Lejos quedaba aquella muchacha ilusionada, llena de proyectos; sus mellizas eran ahora su mayor desvelo tras haberse separado, menos mal que cuando tenía que salir, una buena amiga se hacía cargo de ellas. Elegir el atuendo era fácil, siempre ligero, resaltando su despampanante anatomía, el resto era pan comido. Se oyó en su interior, "cinco minutos y a escena", de cuando trabajó en el teatro.
 
Agarró el bolso y se fue a moverlo a una esquina de esas que tienen las calles oscuras del centro de la ciudad.
 

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Can I fly with you?
Oil on canvas
Signed and dated in 2008
Dimensions: 64 x 81 cm




Aranjuez a 12 de octubre de 2014
 

miércoles, 1 de octubre de 2014

La espera


Cayó como un saco de patatas en el sillón, había viajado tanto hasta llegar allí que estaba hecho un trapo; recorrió un montón de pasillos interminables, subió cientos de escaleras angostas y empinadas, desvanes desangelados y oscuros y un sinfín de habitaciones hediondas sin moverse de su cama.
 
Sintió el vértigo del cansancio pero pudo resistirse a la debilidad; a su lado estaba él, como un guiñapo, dormía gracias a los tranquilizantes a buen seguro que le habían suministrado la noche anterior. Y volvió a verle como tantas veces, aquel niño regordete y risueño que un día fue; siempre sonreía jugando con su padre, compartiendo mil y un cuentos a lo largo de la pequeña sala de estar del apartamento. Con frecuencia pensó para él, en un horizonte lejano, plagado de logros, sembrado de sueños; pero la vida quizás le tenía reservadas algunas sorpresas,  que enturbiarían aquel supuesto y brillante porvenir. Demasiadas veces lo que alguien desea, es justo lo contrario de lo esperado, entre tanto su  hijo seguía tan telendo, ajeno a las cuitas del padre, sin perderle ripio;  oía su respiración pausada,  rememorando tranquilamente el tiempo transcurrido en la vida, corta vida de aquel. Ahora, indefenso continuaba su marcha indefinida a ninguna parte, esa era la impresión recibida.
 
Un golpe seco en el hombro le hizo abrir los ojos, una voz también seca y distante le dijo: "Ya están aquí los de la ambulancia".
 
"Pues  vamos", le respondió.
 
Gregorio Gigorro
GREGORIO GIGORRO
"Tal como eras"
Acrílico y tinta sobre lienzo
Firmado y fechado en 2014
40 X 40 cm




En Aranjuez a 1 de octubre de 2014
 
 
 

sábado, 6 de septiembre de 2014

La mar de bien


El sol no tiene prisa por marcharse mientras nos regala sus reflejos en las aguas de la laguna; el agua se ha convertido por obra y gracia de la luz del atardecer en un inmenso lugar de color oro, rasgado interminablemente por las olitas que dejan ver el rastro dejado por los ánades; las mariposas ya se han marchado a dormir, pronto todo el campo se llenará con los zumbidos de los grillos. Los juncos rodean el espacio, salpicado de trecho en trecho por los cañaverales, por encima de éstos, se extienden las encinas y cultivos ahora abandonados.
 
Sentados en la orilla, sienten que los atardeceres del mar están tan lejos como ellos lo deseen; al fin y al cabo se encuentran en el mar de Ontígola, obra hidráulica, llevada a cabo en el siglo XVI debido al capricho del rey Felipe II, quien quería recoger las aguas que venían del arroyo situado más arriba para regar las huertas y jardines reales más abajo; así mandó construir dicha obra, quiso que estuviese enteramente solada con piedra de Colmenar, para mejor aprovechamiento de todos los acuíferos del terreno.
 
Mucho ha llovido desde entonces y la presa sigue estando ahí, cumpliendo el objetivo para la que fue  creada por el mismísimo Herrera, arquitecto del rey, venido de Roma cuando éste y otros menesteres le requerían.
 
Es interesante saber los datos, pero la verdad es que no se disfruta más de las cosas por mucho que se conozcan, pero si de otra manera.
 
Ellos recordaban a aquella princesita que vivía en su palacio. ¿Y dónde está tu palacio? - le preguntó el príncipe, pues donde yo esté -le respondió ella.
 
Por eso aquella tarde, ellos se sentían la mar de bien, como si fueran príncipes.
 
Gregorio Gigorro
GREGORIO GIGORRO
"Tan ricamente"
Tinta y acrílico sobre cartón
Firmado y fechado en 2014
Medidas: 24 x 33 cm




En Aranjuez a 6 de septiembre de 2014
 
 
 
 

lunes, 25 de agosto de 2014

My opinion


 
In my opinion, "to create" is a strange and exciting phenomenon by which you give in some way to others; if they get excited, you've accomplished something. Because painting, like any creative activity, is about you, to express how you perceive the world around you as a gift for others. For you there are no Sundays, nor are there any Mondays, as a passion cannot be halted like other work done at the weekend. Celebrate the arrival of each day as a blessing, because there is no other day like the previous one; in doing so you take charge of your life and you insist on filling this blank page she gives you and you indulge and you fight by taking the leading role. Because you don’t give anything, you keep everything in your head, that house where there are endless corridors, despicable people who you want to forget, dim rooms that you almost never visit - but above all, the most visited part of the house is the garden - your garden.


GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"La siesta"
Ink and acrylic on paper
Signed and dated in 2014
Dimensions: 15 x 40 cm



Aranjuez, 25 agosto 2014




jueves, 21 de agosto de 2014

Linda- Segunda parte



Se acercó a la barra y pidió un trago, mirando distraídamente la ristra de marcas de bebidas, para intentar olvidar; alguien le dio un golpecito, se volvió y era ella, que sin querer se le había caído un guante, parte del atrezzo, sus miradas recíprocamente se clavaron, la sed de él se derramaba en las cicatrices de los ojos de ella.
 
¡Qué bien cantas!, estoy verdaderamente asombrado, que fuerza contenida, que cadencia tan sutil, mezcla entre lo latino y lo caribeño..., para, para, no hay que exagerar -dijo Linda- cualquiera diría que eres un representante artístico; bueno a fin de cuentas ninguno sabe de la vida del otro, terció él, repuesto del contratiempo del hombre de color; me ha gustado mucho la actuación, de verdad; gracias le dijo ella. ¿Quieres beber algo?, agua, mucho agua, por favor, lo necesita mi garganta; y así comenzaron a charlar sin parar. Ella le contó entre otras cosas que en su país había dejado a sus dos hijas al cuidado de sus padres, que se había marchado para intentar triunfar como modelo y que a la vista estaba como se ganaba la vida, en un bar de alterne; cuando libraba allí, venia aquí a cantar, pues había estudiado entre otras cosas canto e interpretación, de esa forma podía sostener a su familia.
 
Diego, por su parte le contó que era un jubilado, su trabajo había sido jefe de iluminación y efectos especiales para eventos de todo tipo, incluso conciertos y representaciones de teatro, por lo cual tenía un profundo conocimiento de ese mundillo.
 
Como dos exilados de mundos distintos, solitarios y desarraigados bajaron la calle, sorteando a las mangueras de riego que ponían la nota fresca a aquella noche tan calurosa. Me recuerda esto a los juegos en el barrio donde nací en Sao Paulo cuando era niña, mientras navegaba en las ciénagas de su pasado; pues a mi, decía él, me recuerda al rio grande de la ciudad que dejé. Bajo sus pies las baldosas relucían mojadas por el agua, así fueron caminando por las callejuelas añejas del barrio hasta llegar a una boca de metro.
 
Se despidieron con un beso apresurado, cuando el día comenzaba a clarear y la ciudad empezaba a desperezarse; sobre las aceras la gente iba y venia, unos esperando el autobús, otros para tomar un taxi...,
 
To be continued......
 
GREGORIO GIGORRO
"El salto"
Acrylic and ink on board
Signed and dated in 2014
Dimensions: 37 x 23 cm


Aranjuez a 21 de agosto de 2014