lunes, 22 de octubre de 2018

La Caleta


Enseguida las vio, vestida de flores reventonas de los pies a la cabeza, mirando al mar; 
la hija paseaba por la orilla, recogiendo conchas igual que lo había hecho su madre cuando era pequeña.

Él llegó provisto del bañador y la merienda, como si viviesen al otro lado del paseo y lo hubiese hecho ayer, anteayer... siempre.

Las encontró radiantes bajo aquel sol reluciente en aquella playa familiar. La Caleta es un lugar afable, popular, lamida por las olas suaves del Atlántico, de forma redondeada, escoltada a cada lado por los Castillos de San Sebastian y Santa Catalina adonde acuden familias enteras con sus churumbeles, bien pertrechadas de sillas, sombrillas, comida como si fuesen de excursión para darse un chapuzón aunque estén en el barrio vecino al mar.

El sol se tiñe de anaranjados, de tonos rojizos, el cielo inmenso, límpido, el horizonte marino es una lamina de oro, salpicada por lejanas embarcaciones.

Las gaviotas campean a sus anchas entre el público, los niños juegan a la pelota, se oye música, risas, bromas...

Ellos sentados después del sol aspiraban intensamente la tarde tendida como siempre, los pulmones repletos de yodo, olor a mar; cruzaron por el barrio de la Viña, el bullicio alegraba sus calles, las mesas de los restaurantes esperaban vestidas, el olor a pescaito quitaba el sentio mientras paseaban bajo las palmeras.

GREGORIO GIGORRO
PLAYA DE LA CALETA
Cádiz (ESPAÑA)

En Aranjuez a 22 de octubre de 2018

viernes, 12 de octubre de 2018

REDONDO


Redondo como los labios rojos,
rojo como los rabiosos atardeceres,
redonda como la luna llena,
como los lunares de ese vestido
al que le das vueltas sin parar, 
como el mundo sin fin.
Redondos como los compases sublimes
bajo la cúpula enorme,
redondas como las sobremesas en torno a una mesa redonda,
como las mañanas, como los buenos planes,
o las ruedas de los carruajes,
o los aros que engalanan tus orejas,
los ojos de buey decorando las fachadas de los palacios y de los campanarios.
Redondo como Dios, donde todo, todo cabe.


GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Ensaladera de peces"
Elaborado en Centro Cerámico de Talavera
24 x 12 cm

En Aranjuez a 12 de octubre de 2018












lunes, 20 de agosto de 2018

Cada noche


Sus pasos reinan en la noche,
la ciudad duerme confiada
bajo el manto negro, opaco del firmamento,
los semáforos parpadean,
las luces ámbar de las farolas,
iluminan la calle;
dentro y fuera del recinto domina la quietud,
reina el silencio, cualquier ruido sube de tono en  esta calma contenida.

Su cabeza bulle mientras observa a su alrededor,
sintiendo la soledad y el sosiego;
solo, en este lugar  piensa en esta hora en ella,
a decir verdad piensa a todas horas.

Quizá esté soñando con playas inmensas de color turquesa.

El estruendo de un avión quiebra la paz de la noche de pronto;
se levanta y otra vez el sonido seco de sus zapatos,
recorre aquel lugar deshabitado a esas horas.

GREGORIO GIGORRO
Bajo plato de la serie verde
Realizado en el Centro Cerámico de Talavera (España)
Medidas 31 cm diámetro.


En Aranjuez a 20 de agosto de 2018


 

domingo, 15 de julio de 2018

EL CHAPOTEO


Erase una noche de verano, calurosa por demás,
la luna llena iluminaba el firmamento, la calma reinaba a sus anchas;
sin venir a cuento un golpazo en el agua hizo despertar a la familia de patos,
que buscando el frescor de la hierba campaban dormidos a la vera de la serena balsa.

Ella, ajena a los aspavientos de los zancudos, andaba de un lado al otro,
se reía, se paraba, se daba la vuelta, haciendo un montón de posturitas,
Pepi, se despojó de todos su aderezos poco a poco, tanteando el lugar,
por si acaso algún vecino la viese,
pero se dijo: ¡Hace mucho calor, qué leñe!
y a lucir sin tapujos sus carnes morenas,
sus curvas y delanteras voluptuosas, como Dios la trajo al mundo.

Quizá lo hizo para remediar la fiesta tan aburrida de la que venía,
o a lo mejor para despabilarse después de la cogorza,
o para calmar el mal de amores,
o simplemente para quedarse más fresquita y hacer algo, como dicen ahora incorrecto,
o sea zambullirse en un lugar público, pero a esas horas, ¿quién me va a ver? 
-Ay Pepi, disfruta que eso es lo que te llevas-

Terminada la faena se fue a dormir a casa y los patos repuestos del mal trago,
volvieron a hacer lo propio en  aquella noche sofocante de verano.


GREGORIO GIGORRO
"PEPI AND THE FISH"
Acrílico sobre cartón
Firmado y fechado en 2013



En Aranjuez a 15 de julio de 2018




















domingo, 24 de junio de 2018

Blas de Lezo

Un  hombre postrado en su cama, hace un repaso de su vida como si se tratase de un fogonazo, ha hecho lo que tenía que hacer, siempre guiado por el sentido del deber, cumpliendo las órdenes recibidas de sus superiores y mirando escrupulosamente el bien de su país.

Poco le importa que ese Virrey de tres al cuarto, escamotee todo su esfuerzo, le quite su mérito para colgarse las medallas ante su Majestad. Él lo ha escrito todo para que los que le sucedan sepan la verdad de primera mano.

Una persona de una pieza, aunque en su caso fuera perdiéndolas por el camino debido a los cañonazos ingleses.

Primero perdió la pierna izquierda en Vélez-Málaga, más tarde el ojo izquierdo, después queda inútil del lado derecho, las astillas en los pies del único muslo que le quedaba mientras celebraba un consejo de guerra le propinaron un desenlace fatal unido a la desintería. Blas de Lezo muere el siete de septiembre de 1742 habiendo nacido en Pasajes de San Pedro (Guipuzcoa) en 1689.

Siempre defendió a su Rey (Felipe V), con una audacia y una sagacidad fuera de serie, engañando al enemigo en numerosas ocasiones, pero donde echo el bofe fue en la defensa de Cartagena de Indias contra los ingleses, como siempre, en la cual con apenas tres mil hombres detuvieron una  fuerza invasora casi diez veces superior.

Pese a todo la ingratitud del Rey fue penosa, hizo más caso al Virrey Don Sebastian de Eslava que al protagonista de este suceso como de tantos otros memorables; por otra parte también es cierto que España tampoco ha sido muy generosa con un hijo de bandera, un marino sin parangón en la historia de nuestro país.

Hasta el siglo XXI la recuperación de tamaña figura ha partido de la sociedad civil concretamente de la Asociación Cultural Blas de Lezo, aunque la Armada con anterioridad hizo lo propio.

Si fuera de vuestro interés, podéis leer: "Blas de Lezo defensor de Cartagena de Indias" Autor Gonzalo M. Quintero Saravia, Editorial Planeta, Bogotá 2002.

GREGORIO GIGORRO
"Cerca de Pinto"
Óleo sobre lienzo
Firmado y fechado en la primavera de 2018
Medidas 40 x 60 cm


En Aranjuez a 24 de junio de 2017



domingo, 20 de mayo de 2018

EL ASCENSOR


¿Adónde va? Le dice él,
- Al cuarto le responde ella;
- Es igual, yo voy al garaje, continua él,
a veces subes, otras bajas, así es la vida añade,
clavándole sus ojos en los suyos.
-Qué filósofo, apostilla ella.

El le sigue mirando, 
si se pudiera elegir..., continua ella mirándole  mientras le habla,
el otro pone cara de circunstancias, sin articular palabra,
ella se marcha, él baja;
es difícil de coincidir pero desde la primera vez notó que los ojos de ella le sonreían.

Es curioso, de todas las personas que ha encontrado,
solo ella le ha mirado con firmeza,
sin desviar sus ojos.

El ascensor como la noria, la cabina o el vagón,
son lugares cerrados, claustrofóbicos, donde las personas se suelen mostrar frías, distantes...
buscando a todas luces lo que no van a encontrar en el techo de estos artilugios; 
todo sube y baja, va y viene, la vida se puede colar por cualquier rendija,
apareciendo a veces lo que no te esperas
incluso en un ascensor corriente y moliente de una casa de  vecinos.

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Mirando al cielo"
Óleo sobre lienzo
Medidas: 40 x 30 cm
Firmado y fechado en 2005




En Aranjuez a 20 de mayo de 2018






jueves, 10 de mayo de 2018

Murillo y Sevilla



Bartolomé Esteban Murillo nació a finales de 1617 en la ciudad del Guadalquivir, no conoció la urbe confiada y opulenta del siglo anterior, adonde arribaba el oro de las Indias, el comercio era pujante, la mezcla de gentes de Europa poblaba sus calles, donde Genoveses, Holandeses, Pisanos... hacían ventajosos tratos, era la más importante de España y una de las más florecientes de Europa.

En el siglo XVII cambió sustancialmente su situación, nuestro país perdía protagonismo en el viejo continente, las derrotas se sucedían guerra tras guerra en favor de Inglaterra y Francia, arrebatándole la hegemonía.

Quedó huérfano de padre  y madre con nueve años, era el hijo número catorce del matrimonio, estuvo a punto de marcharse a América, pronto empezó a aprender el oficio con Antonio del Castillo.

Se casó con Beatriz de Cabrera y Sotomayor, tuvieron diez hijos, después de dieciocho años de matrimonio falleció a consecuencia de un parto, pero nunca se volvió a casar.

Conoció la peste, que mermó considerablemente la población de la ciudad, también la mendicidad, el hambre, fruto de las malas cosechas.

De todos su hijos, solo  tres le sobrevivirían, no obstante a pesar de todos estos avatares, él llevó a cabo contra viento y marea un estilo pictórico bellísimo, sencillamente delicioso a lo largo de toda su carrera, sin atisbarse ni una sombra, ningún detalle triste, nada de nada.

Nada de lo vivido le influyó, manteniendo el mismo tono impecable; sus creaciones movían a la devoción y al disfrute del pueblo, desde el primer encargo en el claustro chico de San Francisco en Sevilla hasta el retablo mayor de los Capuchinos en Cádiz, donde a consecuencia de una caida moriría el 23 de abril de 1682.

Fue profeta en su tierra, respetado y admirado por sus conciudadanos de toda condición. Trabajó como un poseso, dejándonos una ingente producción siempre cuidada hasta el más mínimo detalle, atendiendo tanto a los encargos de las órdenes religiosas en las cuales destiló una calidad humana cercana,  sin menoscabo de los atributos divinos representados, así como a la clientela privada quien se sintió más atraída por los temas profanos; sus modelos los tomó de las calles sevillanas pero en lugar de resaltar lo mezquino, lo pobre, retrató la gracia, la inocencia de niños y jóvenes.

No le hizo falta abandonar su ciudad para ir a Italia como haría Velázquez u otros pintores, pero sí conoció las colecciones reales en algún viaje a la corte.

Sus obras sobre todo las profanas se exportaron al resto de Europa, en el siglo XVIII no había casa noble inglesa que no contara con un Murillo. Soult, el mariscal francés durante la guerra de la independencia hizo acopio de todo lo que pudo pillar pero no para acrecentar el patrimonio francés sino en  beneficio propio.

Que más se puede añadir a la vida de un artista que vivió de su arte, ni rico ni pobre sino trabajando hasta el último pálpito, firme en sus convicciones tanto que supo dar la vuelta a la tortilla y tomar lo más sabroso de ella para que el mundo la siga paladeando.



GREGORIO GIGORRO
"Lisboa y yo somos asi"
Óleo sobre lienzo
Medidas: 89 x 130 cm
Firmado y fechado en mayo de 2018


En Aranjuez a 10 de mayo de 2018