viernes, 30 de diciembre de 2016

Narciso


Desde el mostrador del bar veía pasar la vida, cada mañana, muy temprano abría el establecimiento, colocaba las mesas, servía los cafés a los obreros antes de marcharse a la fábrica, más tarde llegaban las amas de casas madrugadoras; también veía a los abuelos reprendiendo a los nietecillos juguetones camino del colegio, llegar al repartidor de bebida atravesando la plaza, presidida por la misma estatua de siempre, al vendedor de lotería apostado siempre en el mismo sitio, a las mismas personas esperando el autobús en la misma esquina, al señor de gafas negras sentado bajo los tilos, al reloj de palacio dar las horas solemnemente,

A la misma gente de siempre, donde siempre, como siempre, sin la más mínima variación.

Creyó que hacerse cargo del bar de su padre sería cuestión de meses, hasta que pudiera venderlo o traspasarlo; solucionado el asunto, Narciso se  iría de allí sin volver la cara, daría rienda suelta a sus ganas de vivir, lejos de aquel pueblo rancio y de su familia.

Aquellos meses se convirtieron en años, treinta años largos; le dio tiempo a encontrar esposa e hijos, a enterrarla, a que sus retoños hicieran su vida lejos de él, y a comenzar a enterrar también todas sus ilusiones. Lo que al principio fue divertido como todo lo nuevo, se convirtió poco a poco en rutinario, llegando a confundir un día con otro, pues se parecían demasiado; paulatinamente se marchitaba, sin llegar a resignarse totalmente, "no hay mal que cien años dure, cuando menos me lo espere sucederá algo inesperado".

Era una mañana luminosa de primavera, se encontraba colocando las botellas de licor en la estantería, cuando un buenos días dicho de un modo claro  y sonoro le hizo darse la vuelta, descubrió una cara risueña, una figura menuda, vestida de vivos colores y dueña de unos ojos avispados, se quedó gratamente sorprendido, no obstante, acertó a decirle: ¿Qué desea señorita?, Un café por favor; Narciso, solícito le relató la retahila de sus especialidades en este sentido, Margarita, así se llamaba, después de escucharle con atención le preguntó: ¿Usted cuál me aconseja?, se quedó pensativo y le respondió sonriendo: Un café vienes con picatostes, le gustará.

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Dame limosna, mujer"
Tinta y acrílico sobre papel
Firmado y fechado en ángulo inferior izquierdo
Medidas: 11 x 20 cm

En Aranjuez a 30 de diciembre de 2016


martes, 1 de noviembre de 2016

Calma


Al final sobra todo y falta calma.

Calma para levantarse después de cualquier naufragio por pequeño que sea.

Calma para agacharse hasta donde sea necesario para llegar al otro.

Calma para disfrutar con cualquier cosa sin poner peros ni pedir peras a un olmo.

La calma mecía las olas perezosas que llegaban al borde de la tierra,

tus pies dejaban su huella en la orilla,

el niño paseaba de la mano con su padre,

ellos parecían mirar hacia lo mismo con distintos ojos;

ella adormecida dejaba que el sol la mimara,

abandonada al silencio monótono y sugestivo del mar,

las palmeras se cimbreaban como juncos enormes,

los niños juguetones parecían absortos trasteando en sus castillos efímeros,

olvidándose de gritar.

Todo era calma, que adormece, que te hace abandonarte a la somnolencia cálida y dulce,

vecina de la paz, donde reina la luz, donde desaparecen los agobios, las prisas

y el tiempo es eterno.

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Calma"
Óleo sobre lienzo
Firmado y fechado en 2016
38 x 46 cm


En Aranjuez a 1 de noviembre de 2016

domingo, 23 de octubre de 2016


Dormías de pie porque naciste de esta manera, estabas guardada en el desván, escondida, olvidada; pero a veces el orden pone las cosas en su sitio, por eso te encontré, de pronto rememoré aquella luminosa mañana de junio.
 
Tú, subida en el pedestal, flanqueada por los surtidores ruidosos, tirada por leones y arropada por angelotes desnudos y juguetones.
 
Tú, que simbolizas la madre tierra, estás casada con el agua para fertilizarla.
 
Tú, que nunca se te conoció marido te colocaron a un compañero, Neptuno, para paliar acaso la soledad, o tal vez para equilibrar armónicamente el salón diocechesco del Prado; de cualquier manera para mi eres la novia de todos en cada estación del año.
 
Tú, por la que no pasa día, siempre impoluta, elegante y vigilante de la vida que te rodea, te sigo encontrando como aquella mañana de 1994, en la que Madrid tenía el guapo subido sobre todo en esa plaza que lleva tu nombre y a mi me sonreía la vida.
 
GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"La novia de todos en primavera"
Óleo sobre lienzo
Firmado y fechado en 1994
Medidas: 89 x 116 cm
Imagen publicada en Enciclopedia de pintores y escultores del Siglo XX
Editorial Fórum Artis 1995
@GREGORIOGIGORRO.COM
www,gregoriogigorro.com
 
En Aranjuez a 23 de octubre de 2016

domingo, 9 de octubre de 2016

La maleta


¡Qué pobre eres querido!
 
¿Porqué abuela?, pues porque cuando uno se va de viaje lo principal lo lleva puesto, lo útil cabe en una simple bolsa; a medida que avance el camino se verá la necesidad o no de adquirir algo más grande.
 
Debieron de quedar bien relajados después de aquel baño en aquellas aguas quietas, escoltadas por rechonchas palmeras desperdigadas al tontún sobre el verde inmaculado.
 
Cuando abrieron la parte trasera del coche, bebieron agua para calmar al solitrón, ninguno echó en falta nada.
 
Carretera derecha de vuelta, llegó la noche y al parar a repostar, volvieron a abrir la puerta de atrás; ella le dijo: "¿Y la maleta?", los tres cayeron en la cuenta de donde la habían dejado, telefonearon excusándose por el despiste, pues estaban a dos pasos de casa como quien dice.
 
No habían olvidado nada importante pues lo esencial lo llevaban consigo mismo.
 
"Bueno, como ha sido agradable la estancia, volveremos a por ella, sin prisa, uno de estos días".
 
Perder depende de qué, puede ser grave, muy grave, pero perderse por nada y encima no encontrarse, no tiene precio.
 
GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Volando"
Acrílico sobre cartón
Medidas: 35 x 50 cm
Firmado y fechado en 2012


En Aranjuez a 9 de octubre de 2016
 

domingo, 25 de septiembre de 2016

21 de septiembre


Los cocineros seguían realizando el menú que se serviría al otro día, mientras los pasteleros coronaban la tarta con la pareja de los recién casados; había mucho ajetreo en la enorme cocina donde circulaban, ruido de platos, de grifos, de gente sin parar para que todo estuviera en su punto, mientras la lluvia rabiosa golpeaba los cristales sin descanso.
 
Aquel mes de septiembre fue muy lluvioso, sobre todo los días antes de su boda, se decía recorriendo los llorosos ventanales de su cocina, distraídamente en su ojos resonaban: "No te preocupes, dejará de llover y el sol lucirá, sino, yo te pintaré uno grande, resplandeciente", le decía su novio; lo cierto es que cesó la lluvia y brilló el sol, así que pudieron celebrar el enlace como quisieron, no exento de algún que otro contratiempo. Veinte años habían transcurrido de aquella fecha en que despedían al verano mientras el otoño apuntaba maneras, ellos iniciaban su particular camino, juntos.
 
Veinte años no es nada, es una frase manida y socorrida a la vez; la verdad es que no tenía la sensación de haberse aburrido, le había sucedido de todo, seguía viva a pesar de los golpes, de los momentos altos y bajos acaecidos, continuaba esperando pues lo bueno está aún por llegar. Miraba la luz del horno y veía como el bizcocho subía esponjoso, sobresaliendo del molde.
 
Lo suyo parecía una espera lenta sin saber a ciencia cierta lo que era realmente; tras el cristal los gatos miraban no se sabía a qué, ella les observaba, de fondo la hiedra reluciente golpeada por el viento impertinente; había llegado otro otoño más.
 
GREGORIO GIGORRO
Pilar Cuns
Campos del Paraíso
24 de septiembre de 2016
 

jueves, 8 de septiembre de 2016

María


Después de tantas idas y venidas para acudir a los ensayos, de pasar mucho calor, nervios, risas, alguna lagrimilla...

Después de preparar concienzudamente tu papel, sin escatimar ni esfuerzos, ni tiempo; llegó la noche esperada, cuajada de estrellas, con el palacio como telón de fondo, a la sazón iluminado con acierto, cambiando las imágenes según lo requería cada escena. Te subiste al escenario pisando firme y con soltura, desgranando desparpajo; dueña de ti, te convertiste en María, acompañada por tu pareja en la ficción, sin que él te fuera a la zaga.
 
Estuviste sencillamente estupenda, y no exagero, aunque cualquier padre que lo hubiera hecho estaría totalmente justificado; pero no voy a enumerar por no redundar, los apelativos que te podría dedicar.
 
Al final la plaza de Parejas  inmensa, se llenó de un aplauso gigante e incesante, después los saludos, las pruebas de cariño hacia toda la compañía que había trabajado incansablemente para representar el Motín de Aranjuez, celebración anual a veces controvertida, que habiendo estrenado nuevo libreto en este año, ha ganado en dinamismo, debido al hecho de ensartar una escena con la otra siendo distintas entre si, como si se tratara de un encaje de bolillos, sin olvidar la gracia y la frescura de sus intérpretes.
 
Felicidades a ti y a todo el elenco que ha hecho posible esta representación.
 
Si alguien a tu edad representa su papel con tanto garbo y seguridad, qué no podrá hacer dentro de un tiempo. Has arrancado bien, con buenos bríos, sin embargo en esta carrera tendrás que sortear muchos obstáculos, sabrás salvarlos con tu tenacidad, ya sabes, somos lo que nos proponemos, adelante Isabel, sigue con tu camino.
 
María
 

jueves, 18 de agosto de 2016

El pozo amargo



 
"Cuántas lágrimas hay que derramar para que un pozo se convierta en amargo habiendo sido dulce su caudal".
 

Miraba distraídamente el brocal, rodeado de rosas, aspiraba su perfume.
 
Hacia tiempo que sus ojos se habían secado, recluida en el convento había encontrado la paz, la plenitud que tanto había buscado la descubrió en aquella isla rodeada de altos muros.
 
Cerca de allí seguía la oquedad donde se marchitaron sus anhelos, truncados de un tajo cuando su padre, mandó segar la vida de su amado, un joven cristiano, precisamente por serlo y no ser judío como ella.
 
Desde aquel día, fue presa de la desesperación, se rompieron sus sueños, el camino que hubiera deseado andar juntos.
 
Le resonaba en su cabeza, la esperanza nunca se puede perder pase lo que pase, siempre le decía su enamorado.
 
Deambulando sin rumbo, llegó a las puertas de Santa Isabel, para romper con todo, recorrer otras veredas, dando la espalda al mundo y sirviendo a un amo que siempre estaría vivo.

GREGORIO GIGORRO
Fragmento del retablo de la capilla de La Asunión
Villaescusa de Haro
Cuenca
España