martes, 13 de marzo de 2018

La vuelta



Un hombre corriente conduce veloz,
la autopista del sur rebosa de coches,
el sol se abre paso después de la lluvia,
vislumbra entre las nubes un avión,
           por la trayectoria sabe hacia adonde se dirige,
unas lágrimas ácidas salen de sus ojos,
dura poco, sigue derecho su camino,
aparca, entra en el supermercado,
se reconoce en la mirada del negro,
éste dejó su mundo para prosperar
en el nuestro, él intentó cambiar
yendo al otro lado del mar.
 
El avión se lo ha recordado,
hace acopio de tierra para
el jardín, esta primavera será
explosiva, desbordante, como
siempre.


GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Pepi in the garden"
Acrílico sobre papel
Medidas: 50 x35 cm
Firmado y fechado en 2013



En Aranjuez a 13 de abril de 2018

domingo, 4 de marzo de 2018

La casa del gallo


Subía corriendo la cuesta, llegaba chorreando sudor, el niki pegado a la piel,
jadeante encontraba como siempre la pesada portada barroca, 
se quedaba petrificado con sus ojos de niño, recorriendo aquel mamotreto que tanto
le fascinaba.

Siempre que volvía a Santa Cruz sentía la imperiosa necesidad de despedirse de ella,
cuando se marchaba, constatando que continuaba en el mismo lugar, vigilando al pueblo
desde su veleta, coronando la torrecilla de ladrillo, horadada por arcos de medio punto,
formando simetría con la rotunda fachada.

De aquellos años, con su mirada limpia y transparente, guardaba la afición 
por las veletas, con frecuencia comparaba ésta con otras como la del Monasterio de Uclés,
más rotunda en consonancia con el edificio, contrapuesta a la del parador
de Cáceres, ésta más grácil.

¡Cuántas veces fantaseó con este palacio solariego!

Poniendo el ojo en su roñosa cerradura a través de la cual veía el zaguán sombrío,
el patio porticado, el arranque de la escalera, hasta las estancias del piso noble,
todo enorme para él.

Se veía recorriendo la bodega, jugando al escondite entre las tinajas,
palpando la humedad que deja el tiempo abandonado,
perdiéndose bajo los árboles del jardín descuidado, al abrigo de la arquería, 
frente a la iglesia de San Miguel en el arrabal.

Tantas fantasías infantiles habían hecho mella, hasta el punto de regresar una y otra vez
a comprobar peinando canas que la Casa del gallo seguía vigilando a Santa Cruz, 
ahora poblada por el murmullo insistente de las palomas.

El más nimio detalle puede servir para revivir el pasado, viviendo el presente con intensidad,
¿qué fantasía te lleva a tu infancia?, ¿cual te anima a caminar con alegría y confianza?

La fantasía es exclusivo patrimonio del ser humano, sin ella, todo se percibe gris, soso.

Claro que es necesario echarle de comer de tanto en tanto
porque ya se sabe, no solo de pan vive el hombre.


GREGORIO GIGORRO
"La casa del gallo"
Santa Cruz de la Zarza (Toledo)
En Aranjuez a 4 de marzo de 2018

domingo, 25 de febrero de 2018



Te  pusiste a mirar alrededor,
como si quisieras verlo todo,
con tus ojos negros, ávidos,
con tu pelo negro,
agazapada como un conejillo,
con una chispa luminosa,
con una tenacidad impropia
de una niña,
queriendo hacerlo todo sola
con una seguridad aplastante,
nos decías; "Yo trabajaré en el teatro",
con una voluntad desbordante sin parar de trabajar,
cultivándote por dentro y por fuera,
sacando la luz y la ilusión
que nos contagia,
que nos anima a seguir pese a las dificultades.

Continua así y no decaigas,
ten paciencia porque el que la sigue,
la consigue,
princesa.

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Tú"
Óleo sobre lienzo
Medidas 60 x 50 cm
Firmado y fechado en 2018




En Aranjuez a 25 de febrero de 2018


domingo, 28 de enero de 2018

La segunda parte de Desi


 No le gustaba la rudeza de su amo, sólo preocupado por el producto copioso de nuestra gallina, quien se quejaba a la vaca Paca; ésta a su vez le respondía: "Desi, no te lamentes, lleva un porrón de tiempo tocándome las domingas y ni un besito me ha dado, ¿qué quieres?, los humanos son así, les interesamos cuando ganan con nosotros, nada más".

Eso depende -Le respondía Desi-

Porque Daniel es cariñoso conmigo, me cuenta cuentos, yo le correspondo cantando.

No me digas, qué calladito te lo tenías.

Así era, porque entre huevo y huevo, ella cantaba y veía sorprendida como el adolescente se sentía encandilado, tan embelesado estaba que un día durante la comida se lo contó a su padre, éste no dio crédito. Papá, parece una cantante de ópera.

Nuestra gallina en sus ratos libres no paraba de imitar los gorgoritos que las primas donnas entonaban, los lamentos de amor ante los desdenes de sus enamorados.

Día tras día el joven dueño se deleitaba con la rareza del animal; tanto insistió Daniel con  su tozudez que escondido tras el tractor esperó como le había indicado su hijo, a la actuación de Desi. Poco a poco comenzó a desgranar las notas de Madame Butterfly sin interrupción, al terminar se oyeron unos tímidos aplausos cerca de allí, posteriormente recibió como premio unos suculentos bichitos que degustó lentamente.

El amo se quedó boquiabierto y pensativo en su escondrijo, pasó la semana y después otra y otra más, la vida transcurría en la granja plácidamente. Los gorriones seguían con sus sones, las cabras como cabras, las vacas dando leche, las gallinas con lo propio y Desi con sus cánticos.

El amo no la miraba igual, incluso empezó a ser tierno con ella, ésta se encontraba más cómoda, más relajada cuando le veía, sin sospechar a qué se debía este cambio.

Mira tú por donde sin venir a cuento, apareció Ambrosio, el hermano pequeño del jefe, pasaba con su circo cerca de allí, pues estaba de gira por aquellas tierras y le entraron unas ganas locas de volver a estar donde pasó su infancia; la vida del espectáculo le obligaba a moverse de un lado a otro. Pensó que un descanso le vendría bien.

En el mercadito de la Iglesia de San George
2017



En Aranjuez  28 de enero de 2018




jueves, 4 de enero de 2018

Desi


Desi para sus allegados no era una gallina cualquiera, ni en la forma ni en el fondo, hasta para poner huevos se sentaba como si estuviera en un sillón barroco;
elegía los insectos más apetitosos, cuidaba su aspecto, evitando tomar el sol para no dañar su precioso plumaje, su relación con las otras gallinas era educada pero distante.

Se mostraba agradecida con su amo cuando le prodigaba los piropos por ser la campeona de los huevos de oro, a la vez que degustaba con júbilo el sabroso pienso que éste le proporcionaba diariamente.

Le horrorizaban los sonidos guturales de los sucios cerdos, los ladridos de los perros, por el contrario le encantaba el caballo blanco del hijo del dueño, a veces saltaba a su lomo,
él tranquilo se lo consentía sin inmutarse,
así la gallina campaba sobre él como Pedro por su casa;
a ella se le antojaba que tenía alas y que un día saldría volando, era su mayor anhelo.

Desoía los dimes y diretes de los otros animales de la granja, que la trataban de ligera de cascos,
pero Desideria hacia oídos sordos a éstos.

Ella tenía alas, otras aves surcaban los cielos, ¿porqué ella no?

Sabía que había otros lugares a donde ir, ¿porqué poner puertas al campo?

GREGORIO GIGORRO
"Desideria"
De cartón fallero pintado


En Aranjuez a 4 de enero de 2018

lunes, 25 de diciembre de 2017

Felicitación


Desearía que la alegría fuera un valor en alza,
que se desterrase de la especie humana la tristeza,
el desasosiego, el odio, la intolerancia.

Me encantaría que entre nuestros activos figurasen: la esperanza,
la solidaridad, el respeto, el sentido común.

De cualquier modo, espero que pasen unas buenas navidades,
que una seña de identidad como nuestro idioma sirva
para seguir entendiéndose pueblos tan dispares,
¿Se  imaginan que todos los habitantes del planeta,
utilizaran todos los conceptos antes mencionados en la lengua de Cervantes?

Un sueño, a  qué si, podría llegar a ser una realidad.

Mucho ánimo a todos aquellos soñadores,
aunque se caigan cuarenta veces,
se levanten otras tantas,
y sigan sonriendo sin perder el buen humor,  sin importar donde estén.

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Adoración"
Tinta y acrílico sobre papel
Firmado y fechado margen inferior izquierdo en 2017


En Aranjuez a 25 de diciembre de 2017

jueves, 30 de noviembre de 2017

La boda


Goyete, ¿dónde está el bolso que me compraste? Gritaba agarrada a la baranda del patio.
¡Yo, sin bolso no voy a la boda!, añadió desgañitándose. Me puse como loco a buscarlo, afortunadamente lo encontré enseguida.
Mi abuela Arsenia se puso contenta y el resto de la familia respiró tranquila; ella era así, cuidaba cualquier detalle, comía lo mejor para su salud, le gustaba ir a misa diariamente, visitar a su amiga Rafaela y peinarse una vez por semana en la peluquería. Con frecuencia me decía que todo era mentira, solo daba crédito a lo que había visto, muy a pesar, he comprobado que era verdad en parte.
Transmitía paz y templanza, que sus hijos y nietos recogían con gusto, junto a mi abuelo nos sostenían al resto, estábamos unidos o eso creía yo.
Me contaba los viajes que había hecho con su marido, lo mismo que a los lugares donde le había llevado yo;  nunca se negaba a probar algo que desconociera, al contrario, disfrutaba lo mismo yendo a una verbena, a un chino o al Museo del Prado.
Era genio y figura hasta la sepultura, aunque se iba apagando siempre le quedaba el resquicio de, a ver si conozco a la niña, hijo; cuando esto sucedió, a  ver si la veo hacer la comunión, siempre había un a ver si... por si acaso. No le gustaba nada el invierno, por eso aguantó hasta la primavera y se apagó despacito como una pavesa.
Me acuerdo de ella muy a menudo, la recuerdo con cariño, tierna y serena. ¡Qué guapa estaba con el bolso en la boda de su nieta!, contenta como si estrenase zapatos nuevos, como una niña.
Los seres queridos no mueren del todo porque perviven en nosotros, morirán el día que nos vayamos, pero otros seres nos guardarán en su memoria y así hasta el final de los tiempos, como la vida mismamente.
GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
Pisapapeles.
2017


En Aranjuez a 1 de diciembre de 2017