sábado, 29 de julio de 2017

LA CENA


“Por mucho que llores, siempre será más grande el mar”.

Antonia  no paraba de mover la sopa humeante sin perder de vista las otras cazuelas que copaban todos los fuegos controlando el buen camino de sus guisos, la cocina en sí era una olla exprés, el vapor invadía todos los rincones, solo la ventana entreabierta dejaba entrar un poco de aire fresco; se diría que se encontraba en el trópico, donde el calor sofocante inunda todo, empapándolo de una humedad pegajosa.
De allí vino ella, hace ya treinta años largos hasta un lugar remoto, separado por un océano, con sus dos hijas para comenzar una nueva vida; con la ayuda de otros compatriotas que vivían aquí, pronto consiguió trabajo, instalándose en un pueblo agradable y tranquilo donde las niñas crecieron y crecieron, más tarde se casaron, después la hicieron abuela, pero nunca quiso regresar a ese mundo, donde las orquídeas rodean las carreteras, los mangos se caen de los árboles y siempre es primavera.
Al remover el caldo del perolo más grande, lo probó, de la cuchara de madera subió hasta su nariz un intenso sabor a cilantro mezclado con limón, cubriendo todo su ser de sombras, de recuerdos siniestros.

Ella, que se había jurado no dejar un solo resquicio a la nostalgia, se hundió como los garbanzos de un cocido, ni más, ni menos.
SEGUIRA...

GREGORIO GIGORRO
En el Museo del Prado

Aranjuez a 29 de julio de 2017




domingo, 23 de julio de 2017

Una pareja muy particular (Tercera parte)


Le gustó recibir la invitación de boda de su amiga Helena, que tuvo lugar en un pueblecito de Palencia quince días después, no podía faltar, era como una hermana, llegó muy temprano  pues había pasado la noche en la capital, madrugó mucho y muy de mañana llegó a las Clarisas de Astudillo, incluso pudo antes visitar el museo aledaño, cuidado por las monjas. Marta observaba a su guía, sentía la voz pausada, el silencio, la paz que emanaba de aquella mujer, hablaron largo y tendido, pues era la única visitante a esas horas, tanto que si no hubiera sido  por el ruido de coches y de los invitados se hubiera perdido la celebración.

Al  terminar la ceremonia se despidió  de la  religiosa, prometiendo volver a visitar el convento.

A la primera sucedieron muchas visitas, llegando en algunas ocasiones a quedarse a dormir en la pequeña hospedería, pero siempre al  regresar a su vida habitual se sentía más relajada, mucho más despreocupada de sus obligaciones.

Un día respondió a la llamada de Gonzalo, cenaron juntos, hicieron el amor, durmieron en la misma cama;  al despertarse, se preguntó ante el espejo: -¿Qué hago yo aquí?,  él seguía dormido, de puntillas salió de la habitación, se sentó en el coche y antes de marcharse, echó en falta un pañuelo de cuello, regalo de él, pero no volvió, se fue sin más.

Le  resonaba en su cabeza: “Solo hay ruido por doquier, si Dios te habla, no le puedes oír debido al alboroto reinante”, justamente era lo que le había dicho la hermana  cuando se conocieron, lo tenía grabado, fuera donde fuera, hiciera lo que hiciera, se repetía el mismo son,  una y otra vez.
Ella, siendo el ojito derecho de su padre, siempre se había esforzado por no defraudarle;  ahora empezaba a sentir una transformación, pues toda esa exigencia le pesaba, estaba cansada de parecer y ser menos, de darse cuenta que vivía un tiempo sin sustancia, sin valores, hueco.

“Hay que ayudar a los necesitados, rezar por los poderosos para que cambien”, ese era otro mensaje de los muchos  transmitidos  por  aquella persona que conoció en el convento.
Sonó el teléfono: -Dígame-
-Marta, te he despertado- No, qué va-
-Soy  Gonzalo, ven pronto, papá está muy enfermo, date prisa por favor, recalcó su hermano.

Su padre había sufrido un ictus que unido a su pobre corazón, hizo el resto. Después de la consternación por su repentina muerte,  los acontecimientos se precipitaron como la cascada de un torrente desbordante; pronto comenzaron las reestructuraciones de la empresa y las disputas entre ellos, hostigadas en buena parte por sus cuñadas.

Le resbalaba absolutamente todo, ya no tenía que contentar a nadie, de repente dejó de trabajar, un buen día llegó hasta el  convento, se presentó ante la madre superiora sin previo aviso y se quedó para siempre a vivir religiosamente.

La familia se sorprendió y se alegró a la vez, les dejaba el camino libre para sus tejemanejes, Gonzalo dejó de llamar, pero supo que sus andanzas habían mermado mucho,  hasta quedarse con una chica de moral muy distraída que había conocido en cierto momento embarazoso para él.

Llamaron a la puerta de la celda, -¿Quién es?-
-Tiene visita, hermana, era  Helena con su marido y su hijito.
-¡Qué bien te encuentro!, exclamó  después de abrazarla efusivamente.
-Quien a Dios tiene nada le falta,  por cierto, dijo sonriendo -¿Cómo se llama este niño tan guapo?, su nombre es Gonzalo, le respondió su amiga.

En Madrid a 23 de julio de 2017




jueves, 13 de julio de 2017

Una pareja particular (Segunda parte)



En otro orden de cosas estaba su trabajo, tampoco le proporcionaba la pretendida calma, ya que había mucha presión, excesiva preocupación por las ventas, obsesión por ser los primeros exportadores de atún, después de tres generaciones.
Su hastío iba en aumento, se mentía sin lograr engañarse ni con su trabajo ni con su situación amorosa, que se podría tachar de cualquier cosa,  excepto de aburrida.
En una de las trifulcas con Gonzalo mientras aparcaba el coche al dirigirse a una fiesta como tantas otras, golpeó al vehículo de atrás, se paró en seco y mirándole fijamente le gritó: -Bájate ahora mismo, largo de mí-
Él  boquiabierto, acertó a decir: -Querida, ¿qué te pasa…?-
-Yo no quiero ser solo tu querida, adiós- le respondió secamente.
Arrancó con furia sin mirar,  corrió  escoltada por las estrellas  dejando atrás el bullicio y las luces de la ciudad hasta sentarse frente  al mar, lloró con desconsuelo. Aquella noche no pegó ojo, estaba muy alterada, el resto de las vacaciones las pasó cabizbaja, habló poco, comía menos aún; al regresar al trabajo sus colaboradores la notaron distraída, poco concentrada, con la mirada perdida.

Todo aquello que había sido primordial para ella, empezó a perder importancia, el tiempo transcurría sin responder ni siquiera a las llamadas de Gonzalo, aunque quedaban rescoldos, no sentía el deseo de reavivar aquel fuego.

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Desde lo alto"
Técnica mixta sobre tabla entelada
Firmado y fechado en 2017
Medidas: 24 x 19 cm


En Aranjuez a 13 de julio de 2017

viernes, 7 de julio de 2017

Una pareja muy particular


Sus ojos claros destilaban toda la calma de este mundo. Lejos quedaban los días de vértigo, plagados de citas ineludibles, cenas de negocios, compromisos forzosos; de todo lo que no sabía a casi nada. Hacia tiempo que se daba cuenta de su insatisfacción, del vacío interior cada vez más profundo.

Marta, la primogénita de cuatro hermanos, pertenecía a una familia de la alta burguesía; nada le había faltado aparentemente: una crianza entre algodones, una educación esmerada, sus relaciones de nivel alto, le aseguraban un brillante porvenir en la empresa familiar.

Pronto comenzó a trabajar, descollando encargos de responsabilidad. El mundo estaba a sus pies y a éstos pareció caer rendido Gonzalo, un buscavidas, crápula por demás, poseedor de un arrebatador encanto que le traía de calle, perteneciente  también a una acaudalada familia; lejos de acrecentar la fortuna de ésta, su existencia transcurría dilapidándola, engatusando a todo lo que llevara faldas.

En uno de sus escarceos, el galán cautivó a la joven, mientras tomaban  una copa en una discoteca en Ibiza, donde ella pasaba unos días de asueto en la hermosa propiedad familiar; rápidamente se prodigaron las citas de aquí te pillo  y aquí te mato de una relación más bien tortuosa, al poco tiempo ella noto el carácter escurridizo, su maestría evitando al mismo tiempo cualquier compromiso de pareja.

Prendada de sus encantos hacia caso omiso a las habladurías de sus allegados, desaconsejando una relación que no prosperaba; de vez en cuando aducía viajes repentinos, diversas ocupaciones, sucediéndose con demasiada frecuencia las ausencias. Esta situación le producía desasosiego, pues bebía los vientos por él aunque solo recogiera humo; estaba a punto de desquiciarse.

Continuará...


GREGORIO GIGORRO
"Boceto para cartel"
Acrílico sobre cartón
Firmado y fechado en 2003
Medidas: 70 x 50 cm


En Aranjuez, 7 de julio de 2017 (San Fermín)

lunes, 26 de junio de 2017

La entrevista


Nadie, respondió a sus buenos días, 
ni el señor de aspecto tan impecable como displicente,
tampoco la señora de aire preocupado,
menos aún el calvo de gafas redondas con su abultada carpeta;
unos estaban absortos viendo el techo del ascensor, 
otros miraban de reojo el móvil.

Ella, sonrió al joven que llevaba un ramo de rosas rojas;
las prisas le hicieron dar un traspié en el maldito escalón,
y ahora ya repuesta reprimía los ruidos de sus intestinos, 
al final reventó un sonido chillón que les hizo ruborizarse.
Dijo -No importa, como estoy sola...
Se abrió la puerta y se fue tan campante a la entrevista.

GREGORIO GIGORRO
GREGORIO GIGORRO
"Duende"
Óleo y tinta sobre lino
Firmado y fechado en 2017
Medidas: 40 x 40 cm


En Aranjuez a 26 de junio de 2017




lunes, 12 de junio de 2017

¡Qué pena!


Un descuido, hizo que la colilla se convirtiera en una tea gigantesca,
en  un respiro el pinar frondoso, fue pasto de las llamas,
miles de seres vivos quedaron reducidos a cenizas.

El crujido de su pisada, 
dejó al caracol reducido a una pasta pringosa;
subió al coche, comenzó a llover, 
la luna se convirtió en una nube de goterones, dificultando la visibilidad,
pero siguió conduciendo, enseguida lució otra vez el sol, 
ahora tenía delante la carretera nítida y recta.

Por la radio daban cuenta del último atentado ocurrido, con pelos y señales.
Ah, menos mal que no ha ocurrido aquí y se quedó tan pancho.

Lo que no nos pasa, no existe,
vivimos en una burbuja, un desastre sucede a otro, aún más gordo,
sin poner coto a tanta barbarie;
miramos con demasiada frecuencia nuestro dedo, en lugar de ver las estrellas.
Así nos va, de pena, penita, pena.


GREGORIO GIGORRO
"El gato y el caracol"
Abanico, 2017
En Aranjuez, a 12 de junio de 2017

sábado, 3 de junio de 2017

Os esperamos...


Aire fresco es lo que os vais a encontrar, el próximo día 10 de junio de 2017 en el mercadillo de verano de la iglesia de San George en Madrid, de 11 de la mañana a 4 de la tarde.
Allí estaremos mi mujer y yo, con cosas bonitas, como abanicos, cuadernitos, tablas enteladas, bandejas medianas y grandes, láminas, mucha alegría y sobre todo muy buenos precios.
De eso no debe faltar en ningún acontecimiento que se precie.
Si estáis por Madrid, no dudéis en acercaros y así podremos conocernos personalmente.
Pasad un buen fin de semana,